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Las lógicas del terror y las vidas de los vivos sin los detenidos-desaparecidos

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Las lógicas del terror y las vidas de los vivos sin los detenidos-desaparecidos

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A partir de El diario militar, el archivo del desaparecido Estado Mayor Presidencial, que detalla la suerte que corrieron decenas de activistas guatemaltecos opositores al régimen, el sociólogo Manolo E. Vela Castañeda, emprende una ambiciosa investigación académica con el objetivo de explicar las culturas organizacionales y la vida de los activistas urbanos de Guatemala en la década de los 80. En este ensayo, el autor adelanta las líneas que orientarán la investigación que le ocupará durante los próximos tres años y cuyos avances serán publicados en Plaza Pública.

Con un enfoque socio-antropológico, la investigación “Activismo de alto riesgo, las lógicas del terror estatal y las vidas de los vivos sin los detenidos desaparecidos. Guatemala, 1983-2014”, pretende indagar ¿quiénes fueron ellos? los desaparecidos. Las premisas aquí son, en primer lugar, trascender las visiones desde arriba (desde los líderes más prominentes); y, por otro lado, ir más allá de la narrativa heroica, que no se permite hacer un ejercicio de crítica de la praxis política prevaleciente en aquellas organizaciones. También buscará entender la lógica de las instituciones de seguridad del Estado en la represión contra los disidentes políticos. La idea es entender cómo —desde la perspectiva del Estado— las instituciones de seguridad violan derechos civiles y políticos, reprimen a disidentes políticos, y, con ello, niegan el Estado de Derecho. Los puntos en esta perspectiva consisten en: a) las culturas organizativas de los escuadrones de la muerte; b) los métodos de reclutamiento; c) las escalas en la cadena de mando; d) la división del trabajo; e) las técnicas de tortura; f) el escuadrón de la muerte como una burocracia moderna; g) los eufemismos; y, h) las tácticas de guerra psicológica.

Además, analiza la lucha por el acceso a la justicia emprendida por los familiares de los detenidos desaparecidos. Esta perspectiva está relacionada con: a) las trayectorias de la memoria; b) la activación de un repertorio de las luchas por parte de los familiares de los desaparecidos, para el acceso a la justicia; c) los procesos cotidianos de duelo. También, se captará cómo este repertorio se relaciona —en tramas de poder— desde el Estado, con la respuesta de las instituciones de justicia.

Un caso, una puerta de entrada

Para hallar explicaciones en torno a estos procesos se trabajará con un caso: El diario militar. ¿Qué es El diario militar? Son 53 hojas en las que se sistematiza información sobre 183 detenidos desaparecidos: 24 mujeres y 159 hombres, cuyas edades van desde los 12 hasta los 81 años de edad. Hay aquí estudiantes y profesores universitarios, amas de casa, periodistas, economistas, maestros, sindicalistas, médicos, mecánicos, enfermeras, abogados, comerciantes, ingenieros electricistas, zapateros, carpinteros, y veterinarios.

En estas hojas se anotó, de forma cronológica (de acuerdo a la fecha de la captura), y ordenados conforme a una clave alfanumérica: el nombre; los seudónimos; la organización insurgente o gremial a la que pertenecía la persona; la fecha, el lugar y los detalles sobre su captura; sus relaciones con otras personas; y, la fecha y —la mayoría de veces empleando una clave— la descripción acerca de cuál fue el destino de esa persona. Cada registro comprende una fotografía, la que fue sustraída de los documentos de identidad del detenido-desaparecido. El diario militar es un registro de la vigilancia, el registro de casas, oficinas, la detención ilegal, el interrogatorio, la tortura, la desaparición forzada, y la ejecución extrajudicial, de opositores políticos.

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Este archivo sistematiza la información sobre las operaciones llevadas a cabo entre septiembre de 1983 y marzo de 1985 por un escuadrón de la muerte que formaba parte del Estado Mayor Presidencial de Guatemala. Dado que el documento no contiene marcas de identificación (encabezado, sellos, firmas, o nombres de los autores), la autoría institucional es una conclusión a la que se llega al realizar un análisis del documento mismo, y del conocimiento sobre el funcionamiento y las relaciones entre distintos organismos que entre 1983 y 1985 hacían parte de la comunidad de inteligencia. El hallazgo en torno a la autoría institucional del diario corresponde a Katharine Temple Doyle, en su Análisis del Diario Militar, en El Diario Militar: rastros de la verdad, editado por la Fundación Myrna Mack en 2013.

En febrero de 1999, días antes que la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH, la Comisión de la Verdad) hiciera entrega de su informe, El diario militar fue entregado a organizaciones de derechos humanos. En mayo de 1999 fue dado a conocer por la organización —con sede en Washington, D. C.— National Security Archives (NSA). La noticia fue un terremoto en la memoria de la guerra.

En 2011, la Fundación de Antropología Forense (FAFG) halló los restos de Amancio Samuel Villatoro y Sergio Saúl Linares Morales, cuya detención se registra en El diario militar en enero y febrero, respectivamente, de 1984. La fundación realizaba excavaciones en terrenos de lo antes fue el destacamento militar ubicado en el municipio de Comalapa, departamento de Chimaltenango.

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El diario militar es también un caso judicial que es investigado por parte del Ministerio Público de Guatemala; y en donde el Bufete Jurídico de Derechos Humanos y la Fundación Myrna Mack actúan en calidad de querellantes adhesivos. La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Guatemala (Famdegua), es la organización de derechos humanos que reúne a los familiares de las víctimas en esta instancia judicial. En el ámbito internacional, el caso fue conocido y juzgado —en sentencia del 12 de noviembre de 2012— por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En esta instancia judicial el papel de la Fundación Myrna Mack fue determinante, preparando el caso y articulando a varios familiares.

Antecedentes, contexto histórico

En Guatemala tuvo lugar un conflicto armado que se desarrolló a lo largo de más de tres décadas, de 1960 a 1996. Durante este período, el conflicto puede dividirse en tres ciclos: 1) el que va de 1960 y concluye en 1967, con la desarticulación de los frentes guerrilleros rurales; 2) el que va de 1967 y llega hasta 1982, cuando el Ejército reacciona, retomando el control de los territorios del altiplano noroccidental y aplacando una rebelión indígena y campesina, a través del genocidio contra varios pueblos indígenas; y, 3) de 1983 a 1996, cuando las unidades guerrilleras se re-articulan y continúan desarrollando su capacidad militar, hasta 1996, cuando una negociación lleva a la firma de acuerdos, con los que se termina la guerra.

El tiempo en que se ubican las operaciones sistematizadas en el diario (que va de septiembre de 1983 a marzo de 1985), halla a los militares coronando una ofensiva contrainsurgente en el ámbito rural. La capital de Guatemala, desde 1978 había sido el escenario de una represión selectiva contra organizaciones gremiales; y luego, desde 1981, contra las estructuras organizativas de las organizaciones guerrilleras. El diario, que empieza su sistematización en septiembre de 1983, marca la fecha en que el Jefe de Estado Mayor, general Óscar Humberto Mejía Víctores, da un golpe de Estado al general Efraín Ríos Montt (quien a su vez había dado un golpe de Estado en marzo de 1982). Fue precisamente hacia agosto y septiembre de 1983, cuando la inteligencia norteamericana reportó un súbito incremento de los asesinatos políticos y de las desapariciones forzadas. En esa misma coyuntura da inicio el proceso de liberalización del régimen autoritario militar, en preparación del proceso de transición a la democracia, que se completa en enero de 1986, con la toma de posesión del gobierno civil electo. 

De forma general, el informe de la CEH indica que: “En su labor de documentación de las violaciones de los derechos humanos y hechos de violencia vinculados al enfrentamiento armado, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) registró un total de 42,275 víctimas, incluyendo hombres, mujeres y niños. De ellas, 23,671 corresponden a víctimas de ejecuciones arbitrarias y 6,159 a víctimas de desaparición forzada”. 

Revisión de literatura y esquema de análisis 

La idea del activismo de alto riesgo se utiliza con el fin de entender las dinámicas de la organización de la que formaban parte las víctimas de desaparición forzada. Los hombres y mujeres cuyas vidas fueron arrancadas con esta serie de operaciones terroristas no eran espectadores pasivos, sino participantes activos en una situación en la que, como ya hemos señalado (en el contexto histórico) participar en política —fuera de las reglas establecidas por los militares— era una locura. De acuerdo con Doug McAdam (Recruitment to High Risk Activism: The Case of Freedom Summer, The American Journal of Sociology), el activismo de alto riesgo se explica por una combinación de procesos de socialización que conducen a una mayor apertura con respecto a ciertas actitudes políticas, el estrecho contacto entre activistas, una profundización ideológica, y la construcción y el establecimiento de un fuerte sentido de identidad entre los miembros de estas redes organizativas.

Para el caso de Guatemala, no se ha llevado a cabo aún ningún estudio que integre estas perspectivas. Se han llevado adelante algunos estudios, desde perspectivas desde arriba, enfocadas en las dirigencias, las grandes estrategias, visiones panorámicas. Aquí pretendo seguir el estilo etnográfico desarrollado por Rebeca Park en su The Reappeared: Argentine Former Political Prisoners. La idea es dar voz a las familias de los activistas, sus compañeros, que formaban parte de las mismas estructuras, pero llegaron a sobrevivir, y también, a los detenidos desaparecidos que escaparon, o aquellos otros, que fueron puestos en libertad. El enfoque de The Reappered... es ejemplar desde esta otra perspectiva: la capacidad de ejercer una crítica a la praxis política de las organizaciones de las que formaban parte estos activistas. Esto será útil para superar las narrativas heroicas.

Los escuadrones de la muerte, esas unidades especializadas en llevar adelante el terror de Estado contra ciudadanos, ha sido un tema de larga data en América Latina. Se trata de unidades clandestinas, cuyo objetivo es instrumentar operaciones encubiertas de inteligencia. Como parte de estas operaciones sus integrantes llevan a cabo acciones tales como: secuestro, interrogatorio, tortura, violación, ejecuciones extrajudiciales, contra adversarios políticos así definidos por las escalas superiores en la línea de mando (Death Squads: Definition, Problem, and Historical Context, en Death Squads in Global Perspective. Murder with Deniability, Bruce Campbell y Arthur D. Brenner).Una particularidad de estas unidades es que están diseñadas para que los mandos superiores se hallen absueltos de cualquier relación institucional.

El origen del estudio de los escuadrones de la muerte se halla en el trabajo que defensores de derechos humanos han realizado para denunciar la acción de estas unidades en contextos de conflicto. Pero también hay otro ámbito en el que el tema ha sido estudiado: se trata de las reflexiones estratégicas -hechas por estudiosos de la contrainsurgencia- en contextos de guerra. A French View of Counterinsurgency, de Roger Trinquier, publicado originalmente en 1964, es el clásico en esta segunda dirección. Sin ambages, aquí se planteó cómo —en un conflicto—  la tortura debía ser empleada contra el enemigo, a quien se le debía —eso era lo que se apuntaba aquí—  infundir terror. En el caso de Guatemala, la frontera en esta línea de estudios se halla en Guatemala, memoria del silencio, el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico. El caso de El Salvador ha sido estudiado como uno de los casos paradigmáticos en el uso —como parte de la contrainsurgencia—  de escuadrones de la muerte. En este estudio seguiremos Death Squad: The Anthropology of State Terror, de Jeffrey Sluka. Aquí nos planteamos penetrar hasta dentro y hasta el fondo de las culturas organizacionales de éste tipo de perpetrador, sus modalidades de reclutamiento, las escalas en la cadena de mando, la división del trabajo, las técnicas de tortura, el escuadrón como un moderno aparato burocrático, los eufemismos empleados y las tácticas de guerra psicológica.

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La desaparición forzada consiste en “la negación de la detención de la víctima.” Con ello, se buscaba permitir, a los perpetradores, interrogar con dureza al detenido-desaparecido, a fin de hacer uso de dicha información para planificar otras operaciones, en una cadena sin fin; borrar toda evidencia que pudiera llevar con sus captores; generar miedo e incertidumbre entre las redes de relaciones de la víctima; al mismo tiempo que la negación de los cadáveres impedía que éstos se transformaran en mártires. En medio del terror, tras la desaparición, los familiares y los círculos más cercanos de las redes organizativas empezaban a “hacer algo” por el detenido-desaparecido. Las trayectorias de este repertorio —a lo largo del tiempo—  serán estudiadas en esta investigación. Estas trayectorias, que rompen con las dinámicas de terror, miedo y silencio, llevan a la lucha por el acceso a la justicia. Con ello los procesos micro, de los familiares; se conectan con procesos macro, relacionados con las tramas de poder con que están hechas las instituciones de justicia en procesos de transición y consolidación democrática.  

Los estudios en esta materia también tienen —al igual que con los escuadrones de la muerte—  como punto de partida las batallas de activistas de derechos humanos por denunciar este crimen. En el caso de Guatemala, el primero de estos estudios fue Los que siempre estarán en ninguna parte, de Carlos Figueroa Ibarra.

Pero más allá de un estudio centrado en entender como fue la vida de los familiares de los detenidos desaparecidos, aquí intentaremos dar cuenta de por qué en tanto unos procesos judiciales resultan exitosos, otros no llegan a alcanzar un buen resultado. Para ello retomaremos la literatura en torno a la justicia transicional. Especialmente: Paloma Aguilar “Judiciary Involvement in Authoritarian Repression and Transitional Justice: The Spanish Case in Comparative Perspective”, que nos lleva a explorar el papel de las instituciones de justicia en el contexto del régimen autoritario militar, y las tramas de poder entre el sistema de justicia y el poder político.También, esta línea de análisis está inspirada en dos estudios: Judges beyond Politics and Ditatorship: Lessons from Chile, de Lisa Hilbink; y, los enfoques empleados para abordar diversos casos, en Rule by Law: The Politics of Courts in Authoritarian Regimes, de Tom Ginsburg and Tamir Mustafa (eds.).

Evidencias y estrategia de investigación

Será esta una investigación cuyo soporte fundamental estará dado por una combinación entre el trabajo etnográfico, las fuentes orales y los archivos, desde tres perspectivas: 1) los activistas (que luego iban a convertirse en detenidos desaparecidos) serán abordados desde sus familiares, sus compañeros, aquellos que sobrevivieron, quienes hacían parte de las mismas estructuras organizativas, y detenidos desaparecidos que escaparon o fueron dejados en libertad. También se analizarán documentos de las organizaciones, archivos, periódicos y literatura relevante. 2) Los victimarios serán abordados a través de entrevistas a militares, hoy retirados, pero que en aquel momento —entre 1983 y 1985—  se hallaban en distintos escalones de la cadena de mando, y también a través de los ojos de detenidos desaparecidos que escaparon u otros, que fueron dejados en libertad; y, 3) Los familiares de los detenidos-desaparecidos.

Dentro de las herramientas de método explicaré ahora cómo se realizará la selección de casos, cómo se hará uso del tiempo, cuáles son las fuentes y cómo se llegará a ellas, el trabajo etnográfico y las precauciones metodológicas para hacer trabajo de campo en contextos traumáticos.

Hacer casos. De los 183 detenidos desaparecidos registrados en El diario militar (el universo), para acometer esta investigación, se seleccionarán casos. Estos podrían consistir en una sola persona, un detenido desaparecido; o, siguiendo las formas organizativas, racimos, esto es, varias personas que —como activistas y como detenidos-desaparecidos—  se hallaban vinculadas entre sí. Para guiar esta selección se buscará identificar cuáles de estos casos podrían alcanzar la categoría de paradigmáticos. Esos son los casos con los que —en ésta investigación—  se trabajará. También, se buscarán casos con otra perspectiva: que sean representativos de las trayectorias de los detenidos desaparecidos. En el desarrollo de la fase inicial de la investigación se definirán —con precisión—  las trayectorias.

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Fuentes. Para tener acceso a los familiares de los detenidos-desaparecidos se trabajará con la asociación de víctimas de El diario militar, articuladas alrededor de la demanda que la Fundación Myrna Mack, como querellante, presentó (en 2005) a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Asimismo, se trabajará en el archivo judicial que por este caso se sigue en los tribunales. El acceso al archivo judicial se obtendrá a partir del Despacho Jurídico de Derechos Humanos, que actúa como querellante adhesivo de este proceso, en los tribunales nacionales. También, se trabajará en la colección Estado Mayor Presidencial, que forma parte del Archivo General de Centroamérica, ubicado en Ciudad de Guatemala. La investigación de archivo cuenta ya con el conocimiento que el autor tiene de los rastros que —de los detenidos desaparecidos—  se hallan en los papeles del Archivo de la Policía Nacional.

El trabajo de campo etnográfico en contextos traumáticos. El reto en investigaciones que trabajan con eventos o contextos traumáticos, consiste en cómo producir conocimiento crítico. En este tipo de contextos el terreno de la interpretación se parte, entre héroes y villanos ¿Cómo trascender esta interpretación simplista? No obstante la distancia que se halla entre los tiempos en que ocurrieron aquellos hechos y el presente, el entorno traumático trasciende aquel pasado y se halla aquí. La única salida para esto consiste en la reflexión constante en torno a los datos que obtenemos, y el auto-examen permanente, acerca de las convicciones, y los presupuestos interpretativos del investigador. Al trabajar con la memoria debemos ser capaces de captar el tiempo que media entre los hechos y el presente, entender la trayectoria del entrevistado, y la manera como su subjetividad está presente en el relato que nos está ofreciendo. Por aparte, “La prosa de la contrainsurgencia” ha sido siempre, también, un excelente antídoto para filtrar -con una mirada crítica- tanto los documentos hallados en el trabajo de archivo, como los relatos de boca de los informantes. Seguiré aquí los aprendizajes que, del trabajo de campo etnográfico, sistematicé en: “Memorias de los perpetradores. Reflexiones acerca de los usos de la historia oral en el estudio del genocidio guatemalteco.” Entre ellos: conocer -ampliar o intentar traspasar- los márgenes del relato de los informantes; tener en cuenta la posibilidad de hacer interpretaciones traslapadas; identificar los relatos de cada informante como un dispositivo de verdad; y, entender los diferentes tipos de olvido.

 

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