No. En realidad, no estábamos viendo televisión y realmente no recuerdo cuántos años tenía. La televisión estaba encendida en un programa horrible que sonaba en el fondo mientras mi mamá y mi abuelita hablaban y yo me aburría. De pronto, el conductor del programa dijo: «La violaron». De pronto, mi mamá y mi abuelita dejaron de hablar. De pronto, supe que había algo que no sabía. Entonces me vieron. Y luego se vieron. Y me vieron otra vez. Y se vieron otra vez. Y mientras ellas se miraban y me...
No. En realidad, no estábamos viendo televisión y realmente no recuerdo cuántos años tenía. La televisión estaba encendida en un programa horrible que sonaba en el fondo mientras mi mamá y mi abuelita hablaban y yo me aburría. De pronto, el conductor del programa dijo: «La violaron». De pronto, mi mamá y mi abuelita dejaron de hablar. De pronto, supe que había algo que no sabía. Entonces me vieron. Y luego se vieron. Y me vieron otra vez. Y se vieron otra vez. Y mientras ellas se miraban y me miraban, yo estaba repasando en mi mente todas las palabras que me sabía. Y allí estaban. Estaban todas, menos esa. Entonces pregunté: «¿Qué significa violar?». Mi mamá se levantó de donde estaba sentada, me agarró de la mano y me llevó a su cuarto. Sacó una hoja de papel y un lapicero y comenzó a hacer dibujos en la hoja mientras me explicaba cómo se hacían los bebés: un hombre, una mujer, una cosa adentro de otra cosa y afuera y adentro y afuera y adentro y afuera y adentro y afuera y bebés, bebés y más bebés. Creo que entendí lo que me dijo, pero no los dibujos porque eran realmente malos. Le pregunté si eso se hacía con ropa o sin ropa. Le pregunté si se hacía solo para tener los bebés. Le pregunte si ella lo hacía. Le pregunté si todos lo hacían. Le pregunté si había que casarse para hacerlo. Le pregunté si se podía hacer con quien uno quisiera. Le pregunté cuántas veces se podía hacer. Le pregunté si yo lo iba a hacer. Le pregunté tantas cosas que olvidé mi primera pregunta. O tal vez la olvidé porque me quedé en shock después de que mi mamá hizo un puntito con el lapicero en el centro de la hoja, luego hizo un círculo del tamaño de la hoja entera y después me dijo: «Esta es tu vagina —señalando el puntito—; y este, el tamaño de la cabeza de un bebé —señalando el círculo—».
Creo que estaba en sexto primaria cuando a la escuela de niñas donde yo estudiaba llegaron unas personas blancas con batas blancas y guantes blancos. Llevaron condones, bebés de juguete, pedazos de cuerpo hechos de plástico, videos aburridos, folletos enormes. Ponían los condones en los pedazos de cuerpo, de donde salían los bebés que se evitaban con los condones que venían pegados en los folletos enormes que decían lo mismo que los videos aburridos. Ni yo ni las otras veinte niñas que estaban conmigo en el salón de clases ese día entendimos nada. Ninguna preguntó nada. ¿Debí haberles preguntado qué significa violar? Ninguna quiso llevarse los condones. Tal vez porque años atrás nos habían tirado desde la ventana de la calle uno lleno de pipí. Cayó sobre mi escritorio. Tuve que agarrarlo e ir a tirarlo. Esa fue la primera vez que vi un condón.
Ya casi cumplo 28. No volví a hablar de sexo con mi mamá desde aquella vez. La gente con batas blancas sigue llegando a las escuelas. No he vuelto a ver a ninguna de las 20 niñas que estaban conmigo en el salón. Ya entendí qué significa violar. Y me asusta. Pero me asusta más saber que, si no entendiera lo que significa, podrían estar abusando de mí y ni siquiera me daría cuenta.
Más de este autor