Desde cosas tan sencillas, como llevarnos algunas hojas de papel de la oficina, unas cartulinas o unos marcadores para un trabajo de la U o de los patojos, pasando por colarnos en una gasolinera para ahorrarnos 50 metros de cola en el tráfico, colarnos en el banco, robarnos el cable, la energía eléctrica, una comisión para un contrato en el trabajo, el chivo de la U, una concesión, un usufructo (como el de Puerto Quetzal), evadir impuestos o tener otra pareja, si estamos en una relación. En todos esos casos el problema no es hacer algo malo: mientras no me cachen, no hay clavo.
Recién emite la Federación Nacional de Futbol de Guatemala (Fedefut) su sanción de por vida para los jugadores Gustavo Cabrera, Yonny Wilson Flores, Guillermo Ramírez y el ex jugador, y aparente vínculo con la estructura de casas de apuestas, Cristian García. La sanción es expulsión de por vida del futbol. El problema no era que hubieran participado en amañar partidos, el problema es que los cacharon. ¿Por qué los cacharon? Porque al pretender involucrar a varios jugadores en un juego reciente en Costa Rica, uno de ellos, Luis Guillermo Rodríguez, se lo comentó a Carlos Ruiz, y este a su vez se lo compartió al técnico Ever Hugo Almeida. Probablemente no son los únicos y la estructura que toca a Cristian García, muy probablemente, involucra a otros en Guatemala y América Central.
Este mal no es exclusivo del futbol. Vemos empresarios que gestionan proyectos, concesiones o usufructos con el Gobierno para generar contratos mucho más favorables para ellos y, obviamente, en detrimento del patrimonio del Estado. Mientras no los cachen, no hay clavo.
Vemos profesionales (abogados, contadores, ingenieros, arquitectos, etc.) que facilitan esos contratos, su registro, escrituración y estructura legal y financiera. Todo funciona muy bien. Mientras no los cachen, no hay clavo. Otros escrituran propiedades a mucho menor valor que el precio de la transacción. Se vende simulando una venta de acciones. Aquí comete delito de simulación, lavado de dinero y defraudación fiscal, tanto de parte del desarrollador como del comprador. Pero mientras no los cachen, no hay clavo.
Está también el que roba energía eléctrica con un diablito, se conecta al cable ilegalmente o conecta más televisores de los que tenemos autorizados en el contrato. Compramos celulares robados, carros, equipos de sonido o televisores. Mientras no me cachen, no hay clavo. Nos llevamos productos de la oficina donde trabajamos, total esos tienen pisto ni falta que les hace. Mientras no me cachen, no hay clavo.
Lo peor de todo esto es que muchas veces no los señalamos públicamente, sino que viene otra frase muy chapina: “ese sí es pilas, ve”. El problema que tenemos en Guatemala, es que tenemos muchos bien pilas para hacer cosas malas; pero, mientras no los cachen, no hay clavo.
Este problema no es exclusivo del futbol. Esta visión o actitud la vivimos en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Hombres o mujeres que tienen otra pareja. Mientras no me cachen, no hay clavo. La factura que compramos para usarla en la planilla del IVA. Mientras no me cachen, no hay clavo. Manejar a mucha más velocidad de lo permitido, manejar bajo efectos de alcohol, textear o hablar por teléfono mientras manejamos. Mientras no me cachen, no hay clavo.
Y a todo esto, si me cachan… Son unos tales por cuales, abusivos porque solo me cachan a mí y no a todos los demás que también lo hacen. Especialmente a esos políticos y empresarios asquerosos y corruptos. Sí, ¿de dónde saldrán esas mañas? ¿Por qué solo están mal en todos los demás, y no en mí? ¿Será que solo los demás actúan así? ¿Solo los demás se aprovechan, y esperan que no los cachen?
A algunos los han cachado, y esperamos que les den un castigo ejemplar. Actuar en base a valores requiere valor. Sí, requiere valor porque de pronto va a dejar de ser “pilas”. Ya no será el que se “sale con la suya”. Será uno de los babosos bien portados o babosos que lo cacharon. ¿Usted va a esperar hasta que lo cachen para cambiar? ¿O aprovechamos a cambiar para así transformar Guatemala?
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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