Esas características eran una realidad que describía la población guatemalteca hace 20 años. Algunos dirán que esa realidad persiste y que debemos generar acciones para lograr cambiar esas condiciones o características. Hace 20 años la población era 65% rural, tenía un año de escolaridad promedio y la mayor parte de la población indígena era en un altísimo porcentaje rural y campesina.
Hace diez años el 55% era rural, tenía una escolaridad de 3.5 años promedio, tenía una edad promedio de 17.5 años (la mitad de la población era menor de 17.5 años) y parte de la población indígena (rural y campesina) aceleró su proceso de urbanización en los departamentos de Quiché, Chimaltenango, Alta Verapaz, Huehuetenango, San Marcos, Totonicapán, Sololá y Quetzaltenango. El crecimiento poblacional bajó de 7% anual a 4% en ese período de tiempo. El crecimiento necesario para duplicar la población en diez años es de 7% anual.
Para el 2012, el 55-56% de la población guatemalteca es urbana, tenemos un promedio de años de escolaridad cercano a 6, las áreas urbanas de la Guatemala predominantemente indígena siguen creciendo y el crecimiento poblacional se encuentra entre 2.3 y 2.5% anual. Hay municipios (como Guatemala) que tienen diez años de tener un crecimiento poblacional de menos del 1% anual. Pero, ¿qué significa todo esto?
He escrito acerca de este tema en un par de ocasiones pero esta vez lo hago en el contexto del seminario “Acelerando el crecimiento de Guatemala: Un foro de alta política” que se llevó a cabo en Guatemala los días 15 y 16 de enero. Este seminario estuvo auspiciado por Segeplan, Banco Mundial y The Growth Dialogue; instancia que promueve herramientas para alentar un desarrollo sostenible en los países en transición.
Actualmente, Guatemala tiene 15.1 millones de habitantes, 6.5 millones en área rural y 8.6 millones en área urbana. De acuerdo a las estimaciones de CEPAL, INE y Segeplan, para el año 2032 tendremos aproximadamente 22 millones de habitantes distribuidos en 7 millones en área rural y 15 millones en áreas urbanas. Tendremos una “mega-ciudad” constituida por el área metropolitana de la Ciudad de Guatemala –con cerca de 5.5 millones de habitantes– y alrededor de cinco ciudades intermedias que oscilarán entre 1 y 2.5 millones de habitantes. Ciudades o regiones metropolitanas como Quetzaltenango-Totonicapán, Cobán-Carchá-Chamelco, Zacapa-Chiquimula-Río Hondo, Jutiapa y Huehuetenango.
Como pueden ver, el crecimiento poblacional se mantendrá entre 1.5 y 2.3 en esos próximos 20 años y se dará primordialmente en las áreas urbanas. El incremento de población será en un 92% en áreas urbanas dispersas en todo el país y un 8% en población rural. ¿Por qué? Hay varias explicaciones, pero los temas de aglomeraciones económicas (que crean eficiencias naturales), más años de escolaridad en la población y el “envejecimiento” de la población en general generan las bases iniciales para la transición de lo rural a lo urbano. Un fenómeno que ha ocurrido en todos los países desarrollados.
¿Cuál es el punto? Debemos planificar esas ciudades que ocuparán (y están empezando a ocupar) esas migraciones o transiciones de lo rural a lo urbano. Necesitan diseños urbanos compactos que permitan generar ciudades sostenibles, con características que promuevan la prosperidad, inclusión social para ciudades multiculturales y ser además ambientalmente responsables. Esto sin dejar de atender las necesidades actuales de la población rural en pobreza hoy.
El crecimiento y la transición no son una posibilidad, se están dando. No planificar y construir esas ciudades del futuro hoy es una irresponsabilidad colectiva como sociedad y como nación. Necesitamos construir el país para la próxima generación y no para la próxima elección.
Esto no lo podemos hacer si no transformamos nuestros modelos mentales compartidos como sociedad. La Guatemala de hoy no es la de hace 20 años ni la que será en 20 años.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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