Entonces busqué algunas en Google para asegurarme y encontré que las hay realmente muy bonitas. Así que, efectivamente, no es una cuestión de gusto, aunque las pasarelas de este país no son las más lindas, eso sí lo reconozco. Voy a intentar explicar lo que me sucede con ellas: cuando era niña, no me acuerdo exactamente cuándo ni cómo escuché a alguien decir que las pasarelas eran peligrosas. Automáticamente creí que se refería a que podían caerse en cualquier momento, pero no. Aunque las pas...
Entonces busqué algunas en Google para asegurarme y encontré que las hay realmente muy bonitas. Así que, efectivamente, no es una cuestión de gusto, aunque las pasarelas de este país no son las más lindas, eso sí lo reconozco. Voy a intentar explicar lo que me sucede con ellas: cuando era niña, no me acuerdo exactamente cuándo ni cómo escuché a alguien decir que las pasarelas eran peligrosas. Automáticamente creí que se refería a que podían caerse en cualquier momento, pero no. Aunque las pasarelas en este país no son las más estables, eso sí lo reconozco, el peligro del que esa persona hablaba era, y ahora me parece bastante obvio, el de sufrir un asalto. Y aunque nunca me han asaltado en una pasarela, desde niña estoy bastante segura de que sucede, razón por la cual lo que me pasa con las pasarelas es que me dan miedo. Pero no un miedo que me impida pasar a través de ellas. Es un miedo que me hace tener algunas precauciones que a continuación me tomo la molestia de enumerar:
- Voltear a ver antes de subir a la pasarela para asegurarme de que nadie me esté siguiendo.
- Ver toda la pasarela, incluyendo las gradas del otro lado, para detectar a alguna persona que parezca sospechosa.
- Pasar por la pasarela lo más rápido que pueda.
[frasepzp1]
Hace unos días, varios, bastantes (en realidad hace un par de meses más o menos), subí, y he de decir que con un miedito particular esa vez, a una pasarela. Estaba a la mitad cuando vi por un lado y justo debajo de donde yo iba pasando había un camión que transportaba cerdos. El tráfico era tal que los carros estaban completamente detenidos, por lo que pude quedarme viendo el camión de los cerdos por un buen rato. Comencé a sentir un poco de tristeza porque sabía (bueno, estaba casi segura de que) los llevaban a algún lugar para matarlos. Nunca me sentí tan en la cima de la cadena alimenticia. Y no lo digo como algo positivo. Y aclaro desde ahora que esta no es una columna proveganismo ni nada parecido. Aunque la crueldad con que los animales para consumo son tratados es indecible. Eso sí lo reconozco. Luego de pensar por un rato en los pobres cerdos, pensé en lo bueno que era estar caminando, y no en ese tráfico, porque la gente que camina no produce dióxido de carbono. Nunca me sentí tan en la cima de la superioridad moral. También pensé que, si podía estar caminando a la hora en que todos están saliendo de trabajar, era porque tengo un trabajo realmente maravilloso. Nunca me sentí tan en la cima de mis privilegios. Por último pensé en sacar el celular para tomar una foto del camión con cerdos y subirla a Instagram. Nunca me sentí tan en la cima de mi adicción a las redes sociales. No lo hice. No pude. Obviamente no llevaba el celular conmigo porque las pasarelas son peligrosas. Me dan miedo. Y con cuánta razón tuve miedo de subir a la pasarela ese día. No me asaltaron, pero me encontré por unos minutos conmigo misma y fue aterrador.
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