Periodismo, salto hacia atrás

«Hola amigos, os hablo desde Londres, un sitio maravilloso; un lugar precioso donde he pasado unos días con mis hijos y con mi mujer y estábamos a punto de marcharnos, pero, de repente, nos encontramos con que alguien, con muy mala idea, ha dicho que he muerto; y la verdad es que estoy más vivo que nunca, más feliz que nunca y mañana nos vamos a estar viendo en España”. Estas palabras las dijo José Luis Perales luego de resucitar.

El celebrado cantautor de baladas románticas se pronunció a través de un video, el 7 de agosto, horas después de que en redes sociales trascendiera su falso deceso. Esta no ha sido la primera vez que en esas plataformas se anuncian fallecimientos no suscitados. Barak Obama, Fernando Savater, J.K. Rowling y Miley Cirus, entre otros/as del olimpo de la fama «han perecido» por obra y gracia de quienes disfrutan con esparcir mentiras virtuales.

Lo registrado al inicio de la segunda semana de este mes da pie para reflexionar sobre uno de los riesgos asociados a «informarse» por la red. En primera instancia vale señalar que a la gente siempre le ha motivado estar al tanto de los hechos que inciden en ella. A lo largo de la historia han sido diversos los métodos para llegar a tal objetivo. Los periplos de pueblo en pueblo, las tertulias en sitios de convergencia popular o los avisos en plazas públicas eran las más usuales.

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Poco a poco se fueron generando condiciones para que empezara a delinearse una nueva responsabilidad social y en favor de esta abonó la invención de la imprenta, la cual en occidente se atribuye al alemán Johannes Gutenberg, en 1440. Esta herramienta propició que comenzaran a subir la escritura y la lectura y, gracias a estas, entre 1500 y 1700, la producción de gacetas marcó el flujo de noticias comentadas, especialmente en Alemania, España, Francia e Inglaterra; precisamente, en la última apareció el diario pionero, y así se consolidó la proyección de un/a periodista.

Con los 1800 y 1900 llegaron los tres grandes momentos del periodismo identificados como etapas: Ideológica, Informativa y de Explicación, para las que fue determinante que a las letras se sumaran la radio y la televisión. El entorno se profundizó con la creación de la carrera universitaria que en los umbrales del siglo veinte abrazó a una profesión sustentada en la teoría y práctica.

Buscar y respaldar la información con las fuentes vinculadas o conocedoras de la situación, regirse por los factores de interés periodístico, utilizar las técnicas propias de los géneros periodísticos, establecer con claridad las distancias entre opinión e información, velar porque se respeten los derechos y se cumplan obligaciones derivaron en la ruta de reportear, verificar, contrastar y publicar certezas, no rumores ni invenciones.

Obviamente, el periodismo nunca ha sido un actuar perfecto, ya que en su seno hubo, hay y habrá todo tipo de individuos y escalas de (anti) valores. Pero la esencia de la profesión es correcta. Con Perales se tendría que haber consultado a la esposa, los hijos o amistades antes de replicar lo que resultó un bulo. Parece que vamos de vuelta a cuando no había periodismo. Desatender cánones y protocolos que validen lo divulgado en foros masivos está matando a un ejercicio clave.