Pero tampoco tengo ninguna duda de que el oficialismo, con el diputado Gudy Rivera a la cabeza, les hace el enorme favor de facilitarles las cosas por pura incapacidad y falta de entendimiento.
No hay que ser genio para entender que la interpelación es un procedimiento especial que está específicamente regulado por la Constitución de la República en su artículo 166 y por lo tanto ninguna otra norma genérica sobre procedimientos parlamentarios puede aplicarse para restringir los privile...
Pero tampoco tengo ninguna duda de que el oficialismo, con el diputado Gudy Rivera a la cabeza, les hace el enorme favor de facilitarles las cosas por pura incapacidad y falta de entendimiento.
No hay que ser genio para entender que la interpelación es un procedimiento especial que está específicamente regulado por la Constitución de la República en su artículo 166 y por lo tanto ninguna otra norma genérica sobre procedimientos parlamentarios puede aplicarse para restringir los privilegios que se asignan a los diputados cuando ejercitan el derecho de interpelar a un ministro de Estado. En ese sentido, la resolución propuesta por el presidente del Congreso para restringir el uso de la palabra a los diputados fijando el límite de un minuto para cada intervención, violó de manera flagrante el artículo referido y sirvió en bandeja a los miembros de la bancada de Baldizón la oportunidad de mantener el cerrojo para impedir que se discutan leyes importantes para el país.
Esta mañana alguien me decía, conversando de este tema, que ni el país ni nadie perdería nada si no tuviéramos ese Congreso porque de todos modos no legisla ni hace nada más que gastar recursos públicos para pagar sueldos a diputados que se la pasan sin trabajar. Y es cierto que nadie perdería nada, pero le preguntaba a esta persona quién ganaría con una situación así, porque obviamente está demostrado que al gobernante ya lo cercaron los mismos poderes que desde la reforma constitucional de Ramiro de León Carpio vienen mangoneando al país.
En conclusión, lo cierto y absoluto es que en cualquier circunstancia, lo único absolutamente categórico e irrefutable es que quien nunca lleva las de ganar es el pueblo, en parte porque por lo general adopta una postura acomodaticia y medio nagüilona que nos hace a todos quejarnos y refunfuñar desagrado, pero sin exigirle a nadie que cumpla con sus deberes y a los funcionarios que se pongan a servir a la Patria.
Cuatro meses sin Congreso porque un grupo de diputados ha maniobrado astutamente para reírse de la incapacidad de una Junta Directiva patética que no atina a desentrampar la agenda. Cuatro meses en los que ningún asunto de importancia ha logrado avanzar en el pleno del Congreso porque en el estira y encoge de un ministro que renuncia y un presidente que no le acepta la renuncia, se consumieron semanas enteras de estéril debate, haciendo el juego precisamente a los seguidores de Baldizón que tienen el único objetivo de mantener atascado el trabajo en el Congreso. Y ahora, con el clavo de ayer, con la güizachada de Rivera avalada por más de dos terceras partes de los diputados, el candado recibió doble llave y será más difícil salir del atolladero.
Apelar al patriotismo, a la decencia, a la responsabilidad de los diputados es peor que pedirle peras al olmo y por lo tanto ya sabemos que no habrá solución a la inactividad parlamentaria. No la habrá hasta que surja un asunto en el que los diputados vean la oportunidad de sacar raja, de asegurar sus posiciones o de recibir algún beneficio adicional, porque en ese momento veremos cómo se ponen de acuerdo en un abrir y cerrar de ojos. Pero para aprobar leyes que pueden tener el menor asomo de riesgo para sus ambiciones que tienen tanto que ver con el enriquecimiento ilícito nunca habrá tiempo ni nunca habrá acuerdo serio.
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