Los autoritarios difícilmente se conforman con cumplir las leyes. Tratan por todos los medios de hacer su voluntad y de imponer su casi siempre estrecha visión del mundo y de la vida. Jimmy es uno de ellos. No se educó en y para la democracia. A él le gusta marchar, que le den órdenes y, cuando puede, dar órdenes, aunque sean tonterías y estupideces. Tal vez por ello encajó tan bien en el club selecto de serviles aliados de Álvaro Arzú Irigoyen, para quien el mundo solo podría funcionar si se actuaba estrictamente en el saludo uno, saludo dos.
Pero el autoritario, si no tiene cierta lucidez, pronto se estrella en cualquier pared. Las leyes se han hecho para impedir, entre otras cosas, tales comportamientos: de los abusivos autoritarios a los estúpidos. Morales y sus cómplices decidieron saltarse todas las trancas sin tomar en cuenta que a partir del 16 de junio las cosas ya serán diferentes. Ellos sonora y claramente perdieron las elecciones, y el apoyo que imaginaron tener en la población fueron siempre ilusiones falsas.
Está más que claro que los intermediarios en el negocio de los aviones saben que son absolutamente inútiles para las acciones que supuestamente deberían realizar. Solo un boludo, como lo llaman los argentinos, imagina que puede combatir el narcotráfico con aviones de combate. Pero además solo un boludo acepta ser el primer consumidor de una empresa que lleva 35 años sin hacer un solo negocio y que no ha demostrado internacionalmente su capacidad productiva. James (Jimmy, como es su nombre artístico y político) Morales, luego de sus largos y amenos diálogos con Mario Estrada saboreando pollo con lorocos, habrá sabido hasta el menor detalle cómo las avionetas pueden evadir los radares más sofisticados, por lo que los aviones pertrechados harán reír a cualquier aprendiz de narcotraficante.
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Pero Macri, el presidente argentino, está en decadencia. Sus posibilidades de reelección son mínimas. De ahí que vender sus trastos sea un gran negocio, al menos para llenar las alforjas de sus corruptos cómplices. Por tanto, si allá como aquí los gobernantes han llevado a sus países a la debacle, hacer esos negocios turbios siempre deja ingresos personales, aunque, como en el caso de Jimmy Morales, se esté a las puertas de la cárcel.
La economía argentina está en harapos, y cualquier ingreso, por mínimo que sea, puede dar la sensación de éxito. En Guatemala se sobrevive simple y llanamente porque los migrantes, los que a diario huyen del país, mantienen a flote la economía con sus remesas. De ahí que a Morales el gasto en los inservibles e incomprables aviones le parezca algo sin importancia. Según él, ¡lo que no te cuesta hagámoslo fiesta!
Mas, si a simple vista la compra parece una total tontería, la acción tiene sentido, aunque nada de utilidad y beneficio para el país. Los grupos militares y paramilitares tienen mucho que agradecerles a las dictaduras argentinas. Allá, como aquí, se torturó, masacró, asesinó y desapareció a miles de personas. La dictadura argentina asesoró y apoyó el terrorismo de Estado guatemalteco, y es notorio que la compra tiene, en buena medida, el pago de deudas entre ancianos cómplices.
Los argentinos están felices. Entraron plata limpia a sus arcas, y de allí podrán salir todas las coimas (comisiones ilegales) para los de allá y los de acá. Porque no debemos ser ingenuos e imaginar que todo este desesperado e ineficiente negocio es simplemente para salvar una ineficiente empresa argentina e imaginar que se combate el narcotráfico en Guatemala. En este negocio hay derrame de dólares ilegales en ambos extremos del continente, y boludos seríamos si no exigimos que se investigue hasta el último detalle de esa fastuosa, acelerada e ineficaz compra.
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