La tecnología ha brindado herramientas que hacen más eficiente el flujo de la información, pero también el de la desinformación, la subinformación y la manipulación mediática. Este problema es más agudo en sociedades posconflicto altamente polarizadas, donde la consigna es la destrucción del enemigo político por cualquier medio.
¿Cuáles es el problema concreto? La implementación, por parte de grupos políticos, de la desinformación, la subinformación o los mecanismos de manipulación de opinión pública para dominar a las masas (ya veremos cada uno por separado). Ya desde la década de los 90 Giovanni Sartori (Homo videns: la sociedad teledirigida) había señalado que uno de los problemas que enfrentarían las sociedades era la manipulación que sufriría a través de los medios audiovisuales con la inminente entrada de las telecomunicaciones. La deserción de la educación como instrumento para formar ciudadanos críticos, aunada a la avalancha de información que circula a través de internet, produce masas altamente volubles.
La desinformación está conformada por noticias falsas (campañas negras y análogas). ¿Hay noticias falsas o campañas negras en Guatemala? La pregunta es retórica.
La subinformación es mucho más compleja, pues consiste en arrojar información tan reducida o planteada de forma tal que distorsiona la realidad según los intereses políticos a los que convengan. Digamos que saco de contexto una conversación, tomo un evento aislado para generalizarlo o exagero un pequeño evento, como un patrón de conducta, todo según el interés político que yo pueda tener. Eso es subinformar. Esto pasa continuamente en las redes sociales e incluso en los medios de comunicación: son esas continuas y sistemáticas imprecisiones en las noticias o esas exageraciones amarillistas.
La manipulación de redes sociales a través de bots o netcenters es el otro gran problema venidero, el cual tendrá cada vez más auge si no hay una reacción de parte de la ciudadanía. Ya existen algunos estudios que exponen la problemática que representa la manipulación de las redes sociales y cómo las elecciones pueden ser alteradas a través de estos mecanismos. Hay que entender que las redes sociales son como un juego de computadora, susceptible de ser hackeado, pues está configurado a base de algoritmos y secuencias lógicas con los cuales, a través de la correcta combinación, se puede producir una ola en favor o en contra de algo, la cual artificialmente se origina o apaga. Claro que también hay manifestaciones espontáneas, pero el problema es que los grupos políticos invertirán muchos recursos en alcanzar esta manipulación a través de netcenters y bots. La mayor perversidad de esta manipulación es que la ciudadanía real de redes sociales probablemente creerá que las tendencias son producto de su decisión y no reconocerá que se trata de una estrategia y de unos recursos cuidadosamente calculados para manipularla.
Por eso es de vital importancia que la ciudadanía exija a todos los grupos políticos (partidos políticos viejos y nuevos, oenegés y asociaciones políticas o civiles que tengan incidencia pública) que tengan una ética transparente, reflexiva y autocrítica sobre sus mecanismos de comunicación. El fin no debe justificar el medio en la comunicación, pues la manipulación de masas con mecanismos ocultos siempre es antidemocrática, y los grupos políticos, todos, deben hacerse responsables no solo de promover su proyecto político, sino ante todo de informar a la ciudadanía para que esta, de forma consciente e informada, pueda tomar decisiones racionales.
Si la ciudadanía demanda una nueva forma de hacer política, debe existir una fuerte exigencia de estrategias de comunicación que tengan ética y rigurosidad en la información. No habrá una nueva forma de hacer política mientras la información sea utilizada para manipular a las masas, ya que la ciudadanía no debe ser reducida a una bestia torpe a la cual se encanta y conduce de un lado a otro. Todo grupo, independientemente de su programa político, si su vía es democrática, debe comenzar con el interés genuino de informar a la ciudadanía y de convencer en vez de manipular.
Si un grupo político busca ser una nueva forma política, que empiece por explicar de forma transparente cuál es la ética de su estrategia de comunicación.
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