Hoy, desde que amaneció, no puedo dejar de pensar en ese video. Me siento como un tiburón muerto y, al mismo tiempo, como el hombre del cuchillo abriéndome la panza para ver si logro sacar algo vivo de mí misma, para ver si logro levantarme de la cama. Aunque, pensándolo bien, si me abro la panza y está vacía, mucho mejor. Así puedo meter allí dentro todas las responsabilidades que me impulsan a ser una persona productiva.
Mientras lo escribo, me doy cuenta de que esta es pro...
Hoy, desde que amaneció, no puedo dejar de pensar en ese video. Me siento como un tiburón muerto y, al mismo tiempo, como el hombre del cuchillo abriéndome la panza para ver si logro sacar algo vivo de mí misma, para ver si logro levantarme de la cama. Aunque, pensándolo bien, si me abro la panza y está vacía, mucho mejor. Así puedo meter allí dentro todas las responsabilidades que me impulsan a ser una persona productiva.
Mientras lo escribo, me doy cuenta de que esta es probablemente la peor metáfora que he hecho hasta ahora. Realmente no quiero sentirme como una madre tiburón embarazada muerta. Lo que sí quisiera es poder llamar a la gente que me está esperando y decirle: «Hoy no puedo». Solo así, y si me pidieran una explicación, podría decir: «No me siento bien. Estoy triste. No tengo ánimos». Por supuesto, nadie aceptaría eso como una excusa para faltar al trabajo. No entiendo por qué. Debería ser tan válido como tener gripe. Tal vez, si estar inestable emocionalmente fuera contagioso, nos darían días libres para recuperarnos.
La verdad, no investigué mucho, pero creo no hay nada en la naturaleza que florezca todos los días del año. Y parece que el sistema no lo sabe. Y si lo sabe, no le importa o considera que ya no somos parte de la naturaleza y, por lo tanto, tenemos que estar muy bien 365 días continuos y luego otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez. Y otra vez. Y, mientras lo escribo, me doy cuenta de que debí haber investigado antes de hacer una afirmación de este tipo. En caso de que sí haya algo en la naturaleza que florezca todo el año, me arrepiento de haber dicho que la peor metáfora que he hecho es la del tiburón, porque en realidad la peor metáfora sería esta.
Mientras lo escribo, también pienso en la cara de la gente si decidiera decirle cómo me siento en realidad, por qué soy incapaz de ser productiva todos los días y por qué me siento obligada a ser productiva y a cuidar los intereses del capitalismo más que mi salud mental y emocional. Pero el mundo puede estar tranquilo porque hoy, igual que siempre, aunque no esté bien, voy a hacer lo que se supone que tengo que hacer y solo voy a contarle las partes buenas, mejor dicho las aceptables. Y aunque pase todo el día sintiéndome como un tiburón muerto y vacío, voy a decir que tengo diarrea. Nadie cuestiona la diarrea.
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