Millones de vidas de personas refugiadas en el mundo han estado en riesgo y han escapado de quienes violan los derechos humanos. Miles de personas que protegen el ejercicio de esos derechos son atacadas, incluso hasta la muerte, por quienes los vulneran.
De ahí que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableciera el 9 de diciembre de cada año como el Día Internacional de las Defensoras y los Defensores de Derechos Humanos, un día que no llama a intercambio de regalos, a envío de arreglos o a la publicación de campos pagados por oficinas de gobierno. Es, en realidad, un día para recordar y educar sobre la importancia de esta labor humana y sobre el rol que quienes la ejercen desempeñan, como ya se dijo, muchas veces a costa de su vida.
Guatemala, uno de los lugares más violentos del mundo, también lo es por la magnitud del ataque a las defensoras y a los defensores de derechos humanos. Cuando en el 2000 la Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos de Guatemala (Udefegua) inició el registro de ataques, documentó 59 casos. Desde esa fecha, la curva de agresiones ha ido en ascenso y descenso. El año 2014 se reporta como el de mayor número de agresiones hasta la fecha, con una anotación de 813 casos. En 2015, la Udefegua documentó 493 ataques, es decir, un descenso respecto al año previo. En el presente año, hasta el 30 de noviembre, la organización reporta 223 ataques.
Según el informe correspondiente a la fecha, la Udefegua concluye que, si bien hay una disminución notoria en el número de agresiones, lamentablemente la profundización y el impacto del tipo de estas son más profundos. Dos tipos de ataque se analizan en esta condición: el uso de acciones para criminalizar (empleo indebido del derecho penal, campañas de difamación y hostilidad pública) y el asesinato. Este, en particular, se ha elevado de 7 muertes en 2014 a 12 en 2015 (y a 14 hasta el 30 de noviembre del año en curso).
¿A quiénes se agrede por defender derechos? Prácticamente no hay rama en la actividad de la defensa de derechos humanos que no refleje a una persona atacada. Sin embargo, como clara expresión de las condiciones de inequidad y de las relaciones excluyentes en materia de acceso a la tierra, los defensores y las defensoras del ámbito rural recibieron el 29 % de los atentados. Entre campesinas y campesinos, quienes defienden el derecho al territorio y a un ambiente sano han enfrentado 64 ataques en lo que va del año.
Otro grupo, que incluye a defensores y defensoras del derecho a la justicia, así como a quienes defienden el derecho a la verdad (justicia transicional), debió hacer frente a 38 agresiones, en tanto que las y los sindicalistas, a 34. Quienes defienden derechos de los niños y de los adolescentes, así como quienes promueven o defienden derechos de las mujeres, sindicalistas y activistas de la comunidad LGBTI, forman parte de esta dolorosa relación de hostilidad antihumana. De esta no se escapa el sector académico (estudiantes e investigadores), así como las y los artistas. Por supuesto, quienes acompañan y apoyan a quienes defienden derechos humanos también han sido blanco de las acometidas, incluso en forma sostenida, a lo largo del año.
Para informar a la sociedad sobre las condiciones de riesgo en que se realiza la actividad de las defensoras y los defensores de derechos humanos, la Udefegua ha desarrollado un método de verificación, registro y análisis que ha sido ejemplo en otros países. Ha desplegado a su personal y equipo a prácticamente todos los rincones del país. Lo ha hecho y lo hace con una vocación de voluntad nacida del ejemplo de quien conduce la unidad y quien por dicha labor sostenida, Claudia Virginia Samayoa, recibiera en noviembre la Orden Myrna Elizabeth Mack Chang, concedida por la instancia del Procurador de los Derechos Humanos (PDH). «Ser defensor de derechos humanos es un trabajo de alto riesgo. Se ejerce todo tipo de violencias, que van desde amenazas, represalias, discriminaciones, presiones e injerencias arbitrarias y ataques a la integridad personal hasta las muertes violentas», afirmó Jorge de León, procurador de los derechos humanos, al referirse a esta labor que, como dijo Helen Mack, Claudia ha ejercido con la «convicción del corazón». De esa manera, en este nuevo Día Internacional de los Defensores y las Defensoras de Derechos Humanos, vaya para todo el personal de la Udefegua, para quienes formaron parte de esta unidad y para quienes aún lo son, un agradecimiento social y un llamado a no desmayar en su labor humanitaria, de corazón.
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