Sí, esa parte de Guatemala que es menos violenta es al mismo tiempo la más pobre, la más rural, la más indígena, la que tiene menos presencia del Estado y la que menos atención recibe para cubrir sus necesidades. El mismo día de esa publicación se dio el enfrentamiento en el Km. 170 de la ruta Interamericana que terminó con 8 personas que fallecieron por impactos de arma de fuego, 6 de ellas con armas de fuego del ejército.
Como dijo Fernando Carrera: yo también pido perdón. Lo mismo debemos hacer como sociedad, porque al final, todos somos responsables. Claro, unos más que otros.
Douglas North obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1993, y entre otras cosas estudió cómo las instituciones económicas, políticas y sociales cambian o se transforman en el tiempo, y el impacto que esa institucionalidad tiene en el potencial de desarrollo de una sociedad. Entre otras conclusiones, North señaló que esas transformaciones dependen de la estructura de valores, normas sociales y costumbres prevalecientes en la sociedad. Las instituciones son el resultado de la visión, ideología y otros factores sociales que determinan las prioridades y las temporalidades dentro de determinada sociedad en un momento dado.
¿Qué quiere decir esto? ¿Qué tiene que ver con las dos Guatemalas? ¿Qué tiene que ver con lo que sucedió en la Cumbre de Alaska? Tiene que ver y mucho. El problema principal en nuestro país (territorio) y sociedad (personas) es que las instituciones (públicas y privadas) justamente reflejan las características sociales y de normas de convivencia prevalecientes en nuestra sociedad. No confiamos en los demás. No dialogamos, sino que discutimos. No escuchamos. No pensamos en el largo plazo sino el corto plazo, y no pensamos en el bien común sino en mi bien personal. Esas características que tenemos como sociedad tienen nuestras instituciones.
Lo que estamos viviendo es el resultado de una sociedad enfrentada en los extremos, donde lo importante no es estar correcto o construir paz, sino tener la razón o peor aún, ganar la discusión. ¿Respetamos el derecho ajeno? ¿Y los insultos basados en ideología, etnia, creencias, etc.? ¿La confrontación virtual en los medios electrónicos y física en las calles quiénes lo hacen? ¿Extraterrestres? El resultado lo viven otros, pero quienes siembran odio, rencor, amargura y sed de venganza son los extremos en Guatemala, y pagamos los platos rotos todos como sociedad, porque hemos desarticulado el tejido social, la confianza entre nosotros, el respeto, la tolerancia y las bases para el diálogo
Los que no pensamos como alguno de los extremos, no servimos, y el que piensa como uno de los extremos, no sirve para el otro. ¡Ya basta! Desde posiciones extremas y absolutistas solo encontraremos más sangre y lágrimas en Guatemala. ¿Qué es más importante, tener la razón y ganar la discusión, o construir una sociedad que pueda convivir con sus diferencias? No podemos construir un país para las próximas generaciones basados en odio, rencor, enfrentamiento, descalificación, insultos, exclusión y ventajismos.
Discutimos acerca de derechos. Que si el derecho de libre locomoción (¿y las garitas?) está por encima que el derecho de manifestar. Que si el derecho de pasar de una ambulancia con una paciente que falleció está por encima del derecho de las comunidades que han visto morir a muchas personas porque no tienen hospital. El único derecho que está sobre cualquier otro es el de la vida. Por eso Gandhi decía por allá por 1927: “hay muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la que esté dispuesto a matar”.
Necesitamos fortalecer las instituciones que nos permitan convivir como sociedad, pero la precondición para construir esa institucionalidad es que nosotros, los ciudadanos, estemos de acuerdo en que queremos vivir como una Guatemala, a pesar de nuestras diferencias. Comprender que nuestras diferencias pueden ser una fortaleza y no una debilidad. Comprender que desde posiciones extremas difícilmente construiremos una Guatemala.
Transformar esas instituciones requiere dos condiciones: liderazgo transformador y una masa crítica dispuesta a hacerlo. Necesitamos líderes ciudadanos que transformen su espacio inmediato en empresas, sindicatos y organizaciones civiles y liderazgo nacional que visualice el largo plazo y la nación, y no la próxima elección.
Dios los bendiga, y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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