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Vecinos de José María Morelos, Chiapas, hacen fila junto a personas de diferentes partes del Estado y guatemaltecos que buscan la vacuna contra el COVID19. Francisco Rodríguez

Vacunarse en Tapachula: O muy fácil o muy difícil

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Vacunarse en Tapachula: O muy fácil o muy difícil

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Sin documentos vigentes para cruzar a México, ir detrás de la vacuna se puede convertir en una travesía costosa y llena de riesgos. Eso fue lo que le sucedió a Fernanda y su familia. Hace una semana, renunció a la posibilidad de lograrlo en México. No sin antes hacer varios intentos fallidos.

Sin documentos vigentes para cruzar a México, ir detrás de la vacuna se puede convertir en una travesía costosa y llena de riesgos. Eso fue lo que le sucedió a Fernanda y su familia. Hace una semana, renunció a la posibilidad de lograrlo en México. No sin antes hacer varios intentos fallidos.

Su nombre no es ese. Tiene 33 años y aún no ha sido incluida en los grupos prioritarios para la vacunación.  Hace dos semanas ella, su hermana y su cuñado tomaron el riesgo de intentar llegar a Tapachula con la intención de ser inmunizados por el gobierno vecino. La experiencia resultó tan desagradable que Fernanda quiso contar su testimonio, bajo la promesa del anonimato.

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Las nuevas directrices divulgadas en cadena nacional por el presidente Alejandro Giammattei podrían aparentar que el viaje de Fernanda ahora resulta innecesario, pues al país arribaron más dosis contra el COVID19 y abrió los rangos de edad de vacunación. Sin embargo, estos parámetros siguen siendo limitados.

Ahora pueden inmunizarse las personas arriba de 40 años, periodistas, maestros y estudiantes de universidades. Estos últimos suman 600 mil, afirmó el mandatario. Para los jóvenes entre 18 y 39 años, sin acceso a educación superior o cuya matrícula no esté vigente actualmente (según el último censo solamente el 4.54% de la población concluyó la universidad) el acceso sigue estando restringido.

El pasado fin de semana largo, a inicios de julio, parecía ser la ocasión perfecta para emprender el camino hacia Malacatán, el municipio fronterizo de Tecún Umán, a través de la frontera de Ayutla con la ciudad Tecún Umán. Según la Organización de las Naciones Unidas, alrededor de 800 personas al día, entre adultos y niños, cruzan la frontera de Guatemala a México.

Un día antes, relata Fernanda, hizo una llamada a la Embajada mexicana para consultar por el proceso mediante el cual podría llegar a México sin problema. «Fuimos a la frontera con la intención de sacar nuestra Tarjeta de Visitante Regional (TVR)», relata. Ese documento permite a extranjeros ingresar por un tiempo limitado.

A las 5:00 de la mañana, sobre puente del Río Suchiate, ya habían más de 500 personas en fila, esperando a ser atendidas en el puesto de migración, sacar su TVR y entrar a México.

Ahí empezó todo.

Con visa mexicana o estadounidense, el trámite para cruzar hacia México es sencillo. Quien quiera cruzar debe hacer fila en la aduana y demora el tiempo que sus antecesores tomen en llenar la ficha de Migración, que corroboren la vigencia de sus documentos, y pasen al siguiente. La cola empieza a ser más larga pasadas las 9:30 A. M. En el siguiente puesto, otro oficial comprobará la propiedad del vehículo. Si los papeles están en orden levantará la plumilla y en adelante la carretera hacia Tapachula. Fernanda en cambio no tenía visa o TVR.

—Mientras hacíamos la cola, empezaron a aparecer pirañas, así lo veo yo, personas de todos lados se acercan para ofrecer algo.  «Mire, seño, si no quiere hacer la fila son 800, o 900, o 600 quetzales».

En las últimas semanas, ante la falta de vacunas en territorio guatemalteco, cientos de personas vieron en México la opción más cercana para ser inmunizados. Al mismo tiempo, esta opción se convirtió en un negocio para terceros. Las «pirañas» alude Fernanda, son tramitadores guatemaltecos en la frontera para ofrecer a los interesados en cruzar la posibilidad de hacerlo sin necesidad de esperar durante horas.

Los reportes oficiales dejan en desventaja a Guatemala y explican por qué Tapachula es una opción.

El Ministerio de Salud (MSPAS) registró que el 19 de julio, dosificaron 36,022 personas en todo el país. En su cuenta oficial de Twitter, el gobierno del Estado de Chiapas anunció que ese día inocularon a 22,500 personas, guatemaltecos incluidos. Pero un día antes, el MSPAS solo vacunó a 7,328. Además, si el gobierno puede alcanzar esos números es gracias a la cooperación. De las vacunas disponibles al 17 de julio, 1.5 fueron compradas y 4.8 millones producto de donación internacional.

Fernanda optó por no pagar, pero otras 200 personas sí lo hicieron y a las 7:00 de la mañana, cuando el puesto de migración comenzó a atender, se fueron colando, uno a uno. Al llegar a ventanilla Fernanda no recibió su TVR sino una cita para septiembre. Es decir, tres meses más de espera por el documento.

Decepcionados por la espera, evaluaron cruzar el río en balsa, pero optaron por probar suerte en la frontera El Carmen, atravesar el puente Talismán en México. El reloj ya marcaba las 9:30 horas para entonces. Desde ese punto, parecía no haber mayor control migratorio.

«Ya un poco desesperados preguntamos a la gente que cruzaba y nos dijeron: Pasen a migración de Guatemala, caminen a la caseta roja allá -señaló- y entren a México», cuenta Fernanda.

Al seguir esas instrucciones, le pidieron ayuda a un policía mexicano, un vigilante de la línea divisoria del lado de su país.

—Mire, nosotros queremos ir a Tapachula solo para vacunarnos. ¿Cómo podemos cruzar?

—Pero, entonces necesitan un pase diario.

—Sí, solo vamos, nos vacunamos y volvemos.

—¿Pero me juran que solo van y se regresan hoy mismo?

El diálogo comenzó a despertar sospechas en los visitantes. El policía llamó a un hombre guatemalteco de unos treinta años. «Él nos dijo que por el pase diario debíamos pagar Q150 por persona y darle nuestros DPI», recuerda Fernanda. A los minutos, esa persona volvió con la noticia de que debían entregar 100 quetzales más a petición de los policías mexicanos.

No recibieron ningún documento. Al pagar, el hombre desconocido les sugirió tomar un mototaxi y les garantizó pasar «tranquilos» hacia México. Su intención era llegar a una parada de taxis para acercarse al puesto de vacunación más cercano, el cual estaba a unos 20 kilómetros. Fue el conductor de ese mototaxi quien les explicó que no existe algún «pase diario». Pagaron un soborno para cruzar y su condición en ese país era arriesgada.

Las autoridades mexicanas reconocen tres documentos para permitir el paso a su país: la visa estadounidense, la visa mexicana o la TVR. No existe ningún pase diario.

«Si no les dan para sus aguas a los policías los van a detener 72 horas y los van a deportar a Guatemala», les dijo el taxista.

La advertencia fue suficiente para convencerlos de volver a Guatemala con las manos vacías. Después de un viaje hasta la frontera, una mañana haciendo filas y de gastar 1,600 quetzales en sobornos, se devolvieron a casa.

La embajada de México en Guatemala aseguró a Plaza Pública no tener conocimiento de ningún documento bajo esa figura. «No hay un pase diario del que tengamos conocimiento, solamente la TVR», confirmaron.

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«Cazar» la vacuna en Tapachula

Si despertara de pronto en el camino, un guatemalteco sabe que cruzó la frontera por dos razones: Primero, la publicidad en la carretera retrata marcas y partidos políticos a los que no está habituado; segundo, el buen estado de la carretera principal.

Si los guatemaltecos pueden cruzar la frontera para buscar la vacuna es por decisión del gobierno central. En agosto de 2020, cuando la Universidad de Oxford anunciaba la finalización de la tercera fase en la creación de Astrazeneca, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que México contaría con el fármaco y sería de acceso universal.

Bajo el «Plan reforzamiento», el Estado de Chiapas designó oficialmente dos puntos fijos para inmunizarse y uno itinerante. Cada uno con directrices específicas.

El primero es el Teatro de la Ciudad. En una visita, Plaza Pública constató que atendían solo a personas mayores de 40 años (días después bajaron el rango de edad a 30).

El segundo es el Centro de Convivencia, ahí ese día las autoridades tenían la instrucción de inocular a mayores de 40, pero podían hacer una excepción para un mayor de 18 bajo el indispensable requisito de llevar a otras dos mayores de 40. Esta iniciativa surgió porque Chiapas es el Estado más rezagado en la vacunación, con este incentivo busca apoyarse en los jóvenes para motivar a los mayores.

El tercer punto, al que acuden la mayoría de los guatemaltecos, son los módulos itinerantes. El día que Plaza Pública visitó Tapachula estaba instalado en José María Morelos, o «Ejido Morelos», un pequeño poblado a 25 minutos del centro de la ciudad, al lado del aeropuerto. Por instrucción, aseguraron los delegados de salud a cargo de ordenar a quienes buscan el antígeno, debían aceptar a todos los mayores de 18 años pues la intención del gobierno central es llegar a la mayor cantidad de personas posibles.

En la página oficial del gobierno de Chiapas piden seis requisitos previos a recibir la vacuna, uno de ellos es inscribirse en línea. En realidad, basta con imprimir el formulario oficial, presentar un documento de identidad, y esperar en la fila como cualquier chiapaneco. El único trato distinto entre guatemaltecos y mexicanos estuvo en la ficha de inscripción, donde marcan una equis en nacional o extranjero. Por lo demás es lo mismo.

Para ese mediodía habían administrado 500 dosis, la cuota asignada para el puesto itinerante. Al observar más gente en la fila, solicitaron más vacunas y enviaron frascos de Astrazeneca para 200 personas más.

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Segundo intento

Hacer un segundo intento después de la poco grata experiencia anterior parece una idea absurda. Sin embargo, en Guatemala el escenario de la vacunación no es el más alentador y Fernanda se considera una persona con alto riesgo de contagio porque su trabajo le obliga a tener contacto constante con otras personas. Su cuñado, por su parte, teme por su salud pues padece de sobrepeso.

«Mi papá ya estuvo enfermo de covid y está vivo de milagro. Esta enfermedad es como una ruleta rusa, no sabes si te va a tocar asintomático o si va ser algo grave», teme Fernanda. Por eso, tomó la decisión de sumarse a un viaje colectivo por casi 2 mil quetzales; transporte, trámite de TVR y hotel incluidos. «Son como paquetes turísticos que ofrecen tramitar la TVR de una forma rápida, nos pareció una opción más segura para no tratar con tramitadores que al final de cuentas nos pueden estafar de nuevo», explica.

El viernes 16 de julio a las 2:00 horas Fernanda ya estaba en la frontera El Carmen.

«Estando allá la persona a cargo del viaje habló con sus dos tramitadores de confianza y los dos le dijeron que ayer (jueves 15 de julio), cambiaron las modalidades y ni siquiera pagando para agilizar la TVR había garantía de obtenerlo porque había mucha demanda. De lado mexicano decidían de forma aleatoria a quienes le daban el pase y a quienes no», relata.

La otra opción, según los tramitadores, era pagar una serie de sobornos de más de 200 quetzales en cada puesto de registro.

«Nosotros pensamos en el esfuerzo de ir hasta allá, pero también en los riesgos. ¿Qué pasaría si nos agarran o nos piden nuestros papeles mientras estamos en la fila del puesto de vacunación? Nos advirtieron que, seguramente, pagaríamos más sobornos. ¿Y qué tal si hubiera un policía que no fuese corrupto?», reflexiona, junto a su hermana y cuñado.

Antes de las 4:00 horas, los tres decidieron abandonar su travesía y volver a Guatemala, sin vacuna. Al llegar a Malacatán, en San Marcos, tomaron un bus hacia la Ciudad de Guatemala. Cuatro de las personas a bordo eran migrantes hondureños retornados por las autoridades mexicanas.

«Tenían el aspecto de alguien sin bañarse en muchos días. Ellos nunca nos hablaron, pero conversaban entre ellos de su experiencia. También llamaron a sus familias y les contaron lo vivido mientras lloraban. De cuando Migración los detuvo al momento de cruzar hacia Estados Unidos.

Los cuatro jóvenes fueron abandonados por el coyote al que pagaron para cruzar. Al ser detenidos, no tuvieron oportunidad de comunicarse con su familia. El simple hecho de escuchar la conversación, hizo pensar a Fernanda en que haber vuelto a Guatemala fue una buena decisión.

«Se quejaban de las horas para alimentarlos, el desayuno a las 4:00 de la tarde, la cena a las 11:00 de la noche, un trato inhumano. Contaban entre lágrimas de las veces sin permitirle ir al baño. Uno de ellos pasó dos días sin ir al baño hasta que una policía lo dejó ir. Todo esto lo decían entre lágrimas».

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Varios medios internacionales reportaron la experiencia de personas que denuncian maltratos de parte de las autoridades mexicanas al detenerlos.

Los cuatro jóvenes padecieron todos esos tratos durante cuatro días.

«Prefiero esperar que la vacuna venga, si es que viene. No lo intento nunca más», concluye.

Después de dos intentos fallidos, Fernanda abandonó por completo la idea de cruzar para inmunizarse. Volvió a su casa con el miedo de haberse contagiado durante el viaje, sin la vacuna y con 550 quetzales menos en su bolsillo. Sus dos intentos le costaron más de 1200 quetzales.

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