Él fue considerado como la mano derecha del presidente, su ministro más cercano y fiel, responsable de cumplir con la principal promesa de las campañas electorales del Partido Patriota: la disminución de la tasa de homicidios en 50% respecto a la tasa encontrada al principio de su período. Eso implicaría entregar a la siguiente administración de gobierno una tasa de 20 homicidios por cada 100 000 habitantes, meta muy difícil de alcanzar a estas alturas.
Como el mismo exviceministro de Seguridad Eddy Juárez afirmó en una entrevista que compartimos en Canal Antigua hace algunos meses, las políticas del Mingob fueron algo erráticas porque empezaron con un paradigma equivocado, atribuyendo la mayor parte de la violencia al crimen organizado, en especial al narcotráfico, cuando la realidad es más compleja, pues muchos de los homicidios son el resultado de conflictos entre personas comunes y corrientes. Lamentablemente, aún no contamos con un estudio serio que demuestre en qué porcentaje son responsables de la violencia homicida las pandillas, especialmente por extorsión; los narcotraficantes, cuando se disputan rutas, mercados o mercancías; y las organizaciones de sicarios, que prestan sus servicios a diversos clientes con muy variados objetivos; o cuánto se explica por riñas en las cuales se mezcla el consumo de alcohol con la portación de armas y en las cuales hay asuntos pasionales o deudas de por medio. El Ministerio Público tampoco ha hecho un esfuerzo en esta línea, por lo que estamos ciegos a la hora de implementar políticas efectivas para reducir la violencia homicida. Por ejemplo, la política de prevención del viceministro Arkel Benítez ya lleva un año de estar siendo implementada y aún no ha sido evaluada. Se argumenta que tendrá efectos positivos en el largo plazo, pero lo que vemos con la tasa interanual de homicidios es un estancamiento de la tendencia. No siguió bajando.
Debe reconocerse que durante la gestión de López Bonilla al frente del Mingob se lograron importantes reducciones en la tasa de homicidios anual del territorio nacional en su conjunto, pues en algunos lugares específicos se incrementó (ver informe de CABI sobre lo ocurrido en 2014 respecto a la geografía de la violencia homicida). En los tres años y cinco meses durante los cuales fungió de ministro mantuvo la tendencia a la baja que ya habíamos observado en los últimos dos años de la administración de Álvaro Colom y su ministro Carlos Menocal.
No obstante, durante los últimos meses se vio un repunte de la violencia en el corto plazo. Por ello, como hemos mencionado arriba, nos encontramos en una etapa de estancamiento en la cual las subidas de violencia en el corto plazo se compensan con descensos temporales y el resultado es una ausencia de mejoría. La gráfica de la violencia diaria acumulada a 30 días (Instituto Nacional de Ciencias Forenses —Inacif—) nos muestra el sube y baja de la administración de López Bonilla al frente del Mingob.
Nota: el gráfico presenta cifra mensualizada, es decir, agregación de las necropsias (relacionadas con hechos criminales) en los últimos 30 días a la fecha indicada. Fuente: Inacif, datos numéricos, información diaria. Disponible en: http://www.inacif.gob.gt/.
Por lo tanto, el exministro debe rendir cuentas sobre lo siguiente:
- ¿Por qué no lograron alcanzar la meta prometida a la sociedad guatemalteca? ¿Cuáles fueron los factores externos e internos de la política pública que pueden explicar ese fracaso en cuanto a la expectativa generada en la población y el electorado?
- ¿Por qué existió esa serie de altibajos en los resultados observados en la tasa de homicidios? Es decir, ¿por qué no lograron estabilizar los niveles de violencia? Ello afectó la variable de percepción, pues, aunque en términos generales hubo mejoría, la población no lo notó en su vida cotidiana.
- Llevamos un año de estancamiento en la tasa interanual. ¿Por qué no seguimos mejorando? ¿En qué medida se explica esa violencia persistente por situaciones del crimen organizado en general y del narcotráfico en particular? ¿Qué efecto tienen las pandillas?
- Desde afuera del Mingob, a partir de una autocrítica severa, ¿qué cambios recomendaría al nuevo ministro que asuma el 14 de enero de 2016?
Esta rendición de cuentas me parece más importante que la relacionada con el manejo de recursos financieros del Mingob, pues tiene que ver con los resultados alcanzados, aunque está claro que un mal manejo de recursos financieros y humanos definitivamente afectará los resultados esperados.
Resumen de la gestión de Mauricio López Bonilla en números:
- Necropsias realizadas por el Inacif entre enero de 2012 y abril de 2015, posiblemente relacionadas con hechos criminales —en investigación—: 19 850 víctimas.
- Homicidios reportados por la Policía Nacional Civil (PNC) entre enero de 2012 y abril de 2015: 16 983 víctimas (la diferencia con la cifra del Inacif se debe principalmente a que la PNC reporta muertes en la escena del crimen y aparte maneja números de heridos, pero muchos de estos últimos mueren después en los hospitales, sin que la PNC actualice su estadística o se dé por enterada).
También hay que reconocer que se salvaron vidas, pues, si la tasa anual no se hubiese reducido cada año, aunque sea poco, estaríamos contabilizando muchas más víctimas fatales. De ese modo, tomando como referencia el año 2009, cuando tuvimos la mayor tasa de homicidios jamás registrada, durante la administración de López Bonilla se salvaron casi 6 000 vidas entre 2012 y 2014. Esto es ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío. Es importante, además, entender bien lo que se hizo de manera acertada para poder replicarlo y darle continuidad, si es que dicha reducción se debió a políticas públicas implementadas. Lamentablemente, tanto en ascensos como en descensos de violencia, el Gobierno tiene muy poco espacio de maniobra para influir en el resultado. Al menos esa es la impresión que queda ante la carencia de datos que nos permitan evaluar adecuadamente las políticas en realidad implementadas (versus aquellas que se quedan en papel, en simples buenas intenciones).
Vidas no perdidas gracias a descensos en la tasa anual de homicidios entre 2010 y 2014
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