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Familias completas participan en las protestas que piden la renuncia de Consuelo Porras, Rafael Curruchiche y el juez Fredy Orellana. Durante la noche, varios se refugian bajo el puente de Cuatro Caminos en la ruta Interamericana. Foto: Eduardo Say

Ni acarreados, ni pagados: el retrato de los días de protesta contra la corrupción

Los únicos que tienen paso libre son las personas que van a pie o en bicicleta, las ambulancias, la policía y los que transportan alimentos, porque de a pocos se ha facilitado el traslado para surtir tiendas y mercados.
Giammattei: «No diga ahora que la responsabilidad es de otros. No diga ahora que son los pueblos originarios y ancestrales con el gobierno los que nos tenemos que sentar, porque ellos le han hecho caso a usted».
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Ni acarreados, ni pagados: el retrato de los días de protesta contra la corrupción

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No hay registro reciente de una manifestación ciudadana que haya durado tanto tiempo. Lo que inició el 2 de octubre se ha prolongado por lo que lleva el mes y se potenció después del  mensaje del presidente Alejandro Giammattei el lunes 9, cuando calificó de violentas las protestas. Este es el retrato del octubre con aires revolucionarios que se vive en Guatemala bajo la principal consigna: «¡Que renuncien!».

En el municipio de Totonicapán, en donde funciona la organización 48 Cantones, saben que están haciendo historia. «Ya hemos hecho otras manifestaciones, pero ninguna duró tanto tiempo», cuenta María Saquinux, de 49 años, mujer indígena k’iche’, madre de tres hijos mayores de edad y abuela. La noche del 10 de octubre se protegía del frío y la lluvia bajo el techo de la gasolinera Shell de Cuatro Caminos, una instalación que ha servido de refugio para decenas de personas durante el #ParoNacional.

No es fácil mantener activa una protesta y bloqueos de carreteras durante más de diez días. El Paro Nacional fue una iniciativa de los 48 Cantones, una organización que funciona en el municipio de Totonicapán, con el apoyo de otras siete organizaciones ancestrales que representan a los pueblos indígenas de Chichicastenango, Totonicapán, Sololá, Nebaj, el pueblo q’eqchi’, el pueblo Xinca, y que en el transcurso de los días ha sumado a otras.

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Al llamado acudieron familias completas, dispuestas a cumplir turnos de 12 o 24 horas en la calle, bajo el sol, la lluvia, el sereno, con temperaturas de 20 grados centígrados de día y 10 o menos por las noches y madrugadas. En la carretera Interamericana hay cansancio, pero el mensaje del presidente Alejandro Giammattei le dio vitaminas a la protesta.

En puntos como Cuatro Caminos, no se duerme. La noche dejó de ser silenciosa y la cantidad de personas que velan se incrementó. Movilizar a tantas personas requiere de una logística afinada con el tiempo. Debido al clima y a las jornadas largas, cada persona o familia organiza con sus líderes los traslados desde sus caseríos o parajes hasta la carretera que tienen bloqueada. Cada persona lleva gorra, bufanda y colchas para cubrirse del frío y sombrillas y nylon para defenderse del sol o la lluvia. Una bandera, una vuvuzela, un gorgorito, la garganta para gritar, son los instrumentos clave de esta protesta.

El propósito de este movimiento es pedir la renuncia de la fiscal General, Consuelo Porras, el jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (Feci), Rafael Curruchiche y el juez Fredy Orellana. A los tres los ven como los actores de un golpe a la democracia, porque han armado casos para cuestionar los resultados electorales. Primero buscaron suspender al partido Movimiento Semilla, cuando se conoció que pasaba al balotaje presidencial. El partido es una organización pequeña que ni siquiera realizó mítines en Totonicapán en la primera vuelta electoral, porque no tenía el poder de convocatoria ni los recursos económicos o la organización política de los partidos tradicionales.

La Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) logró aventajar a los 21 contendientes en la primera vuelta y ganó la elección en Totonicapán, pero en la segunda y definitiva elección que se realizó el 20 de agosto, el 67.5% de los votantes apoyaron a Bernardo Arévalo, el candidato presidencial de Semilla, mientras que el 26.5% votó por Sandra Torres la tres veces candidata de la UNE.

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«Que se respete nuestro voto, eso es lo que pedimos», dice la señora Saquinux. «Somos el centro de esto (la protesta nacional) y tenemos que venir (a manifestar)», explica cuando se le pregunta qué la motiva a estar de día y de noche en estas condiciones. Sentada en un banco plástico que llevó desde su casa, a la espera del turno de vigilante que le toca en la madrugada, grita para hacerse escuchar.

El sonido agudo de las vuvuzelas no da tregua. Son cientos de niños, hombres y mujeres jóvenes ubicados abajo y sobre el puente de Cuatro Caminos que no paran de soplar las trompetillas.

Los intérpretes de ese sonido están tan coordinados que el sonido no se apaga cuando llegan las donaciones de alimentos. Toman café o chocolate y comen pan o chuchitos (tamal con pollo y salsa) y al terminar se vuelven a unir al concierto.  

Desde el fin de semana y después del mensaje de Giammattei el ruido, la presencia de personas y de organizaciones se ha incrementado. A María Saquinux le duele la cabeza, pero se resigna porque esta acción demuestra que la protesta está despierta y que es un ente vivo.

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Un joven con una trompeta anuncia que el grupo de la banda hará una presentación. Antes de ellos otro grupo de jóvenes hizo una presentación folklórica. Iban ataviados con la ropa tradicional del baile de moros y danzaron un son. El día anterior la actividad cultural de la noche fue el concierto de Ana Lucía Morales, una cantante de música evangélica. El domingo otro cantante llegó desde Huehuetenango a cantar música ranchera.

En este punto hay actividades para todos los gustos. Se ve que los que más disfrutan son los hombres y mujeres jóvenes. Esto es una aventura para ellos. Brandon es el trompetista de la banda y la noche del 10 de octubre durmió unas horas sobre un cartón y al amparo de un nylon que colocaron en el área verde de una gasolinera. «Fuera los corruptos, tenemos que sacarlos, de que se puede se puede», declara, cuando se le piden unas palabras.

Un grupo de personas aprovecha que hay menos gente transitando para barrer la basura que no ha sido colocada en las bolsas negras. El camión de la basura llega desde Totonicapán para recoger los desechos.

Son las 10 de la noche y los niños corretean, los adolescentes toman una de las calles bajo el puente de Cuatro Caminos como cancha de futbol y bajo las gorras se nota que les escurre el sudor a pesar del frío. La lluvia los obliga a parar, pero vuelven a la calle cuando llega un grupo de motoristas con banderas para hacer una caravana. Las vuvuzelas suenan para agradecer las donaciones de esa noche. En picops y paneles llegan quienes reparten atol de arroz con chocolate, café, pan dulce, shecas (pan dulce tradicional de varios municipios de occidente), chao mein con tortillas, chuchitos.

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El puente es ahora un espacio de exposición de pancartas o mantas vinílicas y escritas a mano que manifiestan el rechazo a los tres funcionarios y la corrupción. Ahora también cuestionan a Giammattei.  A las 7:00 del lunes 9 de octubre, el presidente emitió un mensaje de 9:56 minutos en el que se esforzó por implantar la narrativa de que la protesta es violenta.

El 4, el 7 y ese mismo 9 de octubre, ocurrieron episodios puntuales de vandalismo, pero ninguno de estos fue respaldado por los miles de manifestantes del Paro Nacional. Los tres ocurrieron en la ciudad. Uno en Gerona, zona 1 de la capital, en donde se ubica la sede central del Ministerio Público. Un grupo de vendedores del mercado la Terminal quería disolver el plantón con violencia y pararon por la intervención policial. El segundo fue en la calzada Aguilar Batres, en donde un grupo de jóvenes con el rostro cubierto lanzó piedras a periodistas y cobraba por permitir el paso. El último fue la noche en que Giammattei transmitió su mensaje.

Un grupo de jóvenes se infiltró en la manifestación frente al Palacio Nacional y luego se trasladaron al Portal de la Sexta, inaugurado en 2021 en honor al bicentenario de la Independencia, y destruyeron vidrios, equipo de oficina, robaron obras de arte e intentaron saquear una zapatería. Llevaban bates y palos y después de hacer el desastre, escaparon ante la mirada impávida de la policía y los antimotines.

«He pedido a quienes están incitando a los bloqueos que reflexionen. Que no es así como van a poder gobernar. No es dividiendo como Guatemala va a salir adelante. Hoy es tiempo para que los buenos guatemaltecos le digamos basta a los pocos que están armando el caos, porque no son muchos, son pequeños piquetes en todo el país», dijo el presidente en su discurso. También aseguró que habían identificado que organizaciones y personas extranjeras financiaban las manifestaciones.

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En puntos tan lejanos del occidente del país, como el kilómetro 205, en el sector conocido como las 60 vueltas, en la ruta que de Totonicapán va hacia Quiché, las acciones violentas y el discurso de Giammattei provocaron indignación y un sentido de orgullo que le dio fuerza a la protesta.

Un líder comunitario de la tercera edad tomó la palabra a las 6 de la mañana del martes. Este es el diálogo que sostuvo con cientos de personas de 14 comunidades.

—¿Cuántos han recibido un pago de 50 quetzales o 100 quetzales?

—¡Nooo!— replicaba en coro la multitud.

—Estamos aquí por nuestro derecho, no por un político, como dijo el presidente ayer.

—¡Es un mentiroso!—, gritó un hombre entre el público.

—Sí, Arévalo va a entrar de presidente, pero no es eso lo que estamos pidiendo nosotros.

—Nooo—, le respondió el grupo.

—Queremos que renuncien los corruptos. No queremos más corrupción.

Desde el primer día del Paro Nacional, los participantes han enfatizado en que el reclamo no es por un partido, sino por la democracia. «It´s not for a political party, its for democracy», se lee en un pequeño cartel que elaboró Byron Chamorro, en uno de los bloqueos instalados en Totonicapán. Cuenta que lo hizo porque leyó en la versión digital del diario británico The Guardian, que cientos de personas habían bloqueado carreteras principales en una «demostración de apoyo para el presidente electo Bernardo Arévalo».  

La manifestación tiene ochos puntos de bloqueos en la ruta Interamericana, desde el kilómetro 110, en Chupol, Quiché, hasta Cuatro Caminos. Esta ruta comunica a Totonicapán, Huehuetenango, Quetzaltenango y San Marcos, por la vía de la costa y el altiplano.

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Pero después de Cuatro Caminos también hay otros puntos clave de bloqueo. La que conduce de Totonicapán a Quiché es una de ellas. En Quetzaltenango hay un paro en la Morería, a pocos metros de Cuatro Caminos y luego en los municipios costeros como Zunil y Almolonga. También está bloqueado el punto ubicado en el monumento al migrante en Salcajá, Quetzaltenango. En la ruta a Huehuetenango hay otros y todos cuentan con vigilancia de día y de noche.  

Los únicos que tienen paso libre son las personas que van a pie o en bicicleta, las ambulancias, la policía y los que transportan alimentos, porque de a pocos se ha facilitado el traslado para surtir tiendas y mercados. También dejaron pasar tanques con combustible para surtir a las estaciones en donde se ubica el bloqueo. A los periodistas también les permiten el paso, aunque con reservas, porque hay rechazo a los canales de televisión y la radio del grupo Albavisión, señalados de transmitir mentiras.

La manifestación está alerta todo el tiempo ante la llegada de la fuerza policial. Vieron a través de las transmisiones en Facebook y Tiktok cómo reaccionaron los antimotines al pequeño grupo que los atacó con piedras en la Plaza de la Constitución frente al Palacio Nacional, antes de que Giammattei diera su mensaje. También observaron los destrozos en el Portal de la Sexta y siguieron con admiración las transmisiones de Chimaltenango y la colonia Bethania, en la zona 7 de la capital, en donde los antimotines no lograron su objetivo.

El Cacif, que representa a un sector de empresarios que, en su mayoría tienen una visión conservadora del Estado, consiguieron que la Corte de Constitucionalidad emitiera un amparo para que el ministro de Gobernación, Napoleón Barrientos, el jefe de la Policía y el presidente actúen para que se respete el derecho de la libre locomoción de personas y mercancías.

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El ministro Barrientos salió a decir el domingo, en un mensaje grabado, que cumplirían con lo ordenado, primero con diálogo, y de ser necesario usarían la fuerza para despejar los bloqueos. La fiscal emitió un mensaje similar el lunes por la mañana, en el que le pedía a las autoridades que cumplieran con el amparo y despejaran las vías. La voz y los gestos recios, ni siquiera respondió a los pedidos de renuncia.

Ese día, los bloqueos en la capital se multiplicaron y llegaron a la puerta de la casa de Porras en un condominio del municipio de Mixco.

«Nuestros líderes van a hablar primero, tranquilamente. Somos gente. Claro que ellos son trabajadores del gobierno, pero tampoco que nos vengan a hacer daño; tal vez en la capital no tienen organización, pero aquí sí estamos organizados y no nos vamos a mover hasta que renuncien», asegura María Saquinux.

El bloqueo se ha extendido durante varios días porque no ha habido ninguna mesa de diálogo. El presidente esperó ocho días para aparecer y pronunciarse ante la nación. Aunque pidió la mediación de la Organización de Estados Americanos, ninguna reunión se había realizado en 10 días.

Giammattei ha responsabilizado al presidente electo Bernardo Arévalo de esta gesta comunitaria. «No es dividiendo como se puede dirigir un país pacíficamente, ni lograr la prosperidad de sus ciudadanos», le dijo.

Arévalo respondió en dos entrevistas a medios televisivos, que la responsabilidad de solucionar la crisis era exclusivamente de Giammattei. El 10 de octubre, en respuesta a esas declaraciones, Giammattei grabó otro video en el que le pide a Arévalo que «proponga una tregua» para que desocupen las carreteras.

«No diga ahora que la responsabilidad es de otros. No diga ahora que son los pueblos originarios y ancestrales con el gobierno los que nos tenemos que sentar, porque ellos le han hecho caso a usted», le dijo Giammattei a Arévalo. Una muestra de que la comunicación con el presidente electo ha perdido las formas protocolarias. Arévalo se presentó una vez al plantón frente a la sede del Ministerio Público para apoyar el inicio de las protestas y no volvió a aparecer públicamente hasta el miércoles 11 de octubre.

Ante un grupo de manifestantes explicó que quería formar parte de la solución a la crisis, y que solicitó ser testigo del diálogo mediado por la OEA. Insistió en que las autoridades ancestrales «necesitan ser escuchadas», mientras que el presidente Giammattei tiene la potestad de poner un alto a las acciones de la fiscal Porras al exigirle la renuncia.

En las carreteras la neblina se disipa despacio por las mañanas, pero a la luz del día se observa que miles siguen dispuestos a permanecer hasta lograr el objetivo: la renuncia de Porras, Curruchiche y Orellana. Retroceder sería visto como una derrota ante los corruptos, «que se han aprovechado del pueblo». Hasta ahora ningún diputado del occidente del país se ha expresado sobre las protestas.

En el día una persona grita con micrófono en mano:
—«¿Qué le decimos a Consuelo Porras?»
—«¿Qué le decimos a Rafael Curruchiche?»
—«¿Qué le decimos a Fredy Orellana?»
—«¿Qué le decimos a los corruptos?»

–¡Fueraaaaa!—, gritan las personas cada vez que les preguntan.

En las noches, quienes regresan a descansar a sus hogares toman un tiempo para reunirse en su congregación religiosa. Paulina, de 58 años, dice que las personas de diferentes religiones están en oración y ayuno para lograr el objetivo.

«Los católicos, los evangélicos, los mormones, todos estamos orando, porque solo Dios puede hacer que esto se logre», asegura. A pocos metros de Cuatro Caminos, el pastor Gonzálo López se dirige a una pequeña comunidad que se resguarda de la lluvia bajo un nylon.

Con la ayuda de un micrófono se hace escuchar. «Te pedimos por toda Guatemala, por todos los diferentes lugares donde está la gente, y que le hables al gabinete de Gobierno y tomen la decisión de tu palabra. Ayúdalos, Señor. Ayúdanos y en tus manos ponemos al gobierno para que reflexione y en buena armonía puedan tomar una decisión», decía en su oración.

En todos los puntos del bloqueo hay oraciones y muchos se arrodillan. Las personas claman al cielo por una respuesta que les permita volver a sus hogares para retomar su trabajo.

Entre quienes manifiestan hay un gran grupo dedicado a la agricultura, pero también hombres y mujeres con profesiones diversas, como abogadas, enfermeras, médicos, maestros, docentes universitarios, comerciantes, vendedores, periodistas, trabajadores sociales, cobradores, migrantes retornados, músicos, predicadores, cantantes, influenciadores de redes sociales, entre otras.

Además de oraciones, también hay música para bailar, familias organizadas para llevar donaciones o asistir a las veladas. El miércoles por la noche el centro de Quetzaltenango fue un carnaval por la presencia de la barra del Sexto Estado, integrada por hinchas del equipo de futbol local, que hicieron una caminata «por la democracia» y contra la corrupción. Es decir, contra Porras, Curruchiche y Orellana.  

Lo que inició con una veintena de puntos bloqueados ha superado los 100 en todo el país. Las banderas no dejan de ondear, los gritos y las vuvuzelas continúan. «Me duelen las piernas, porque desde el miércoles vengo a quedarme aquí turnos de 24 horas, pero tenemos que seguir» dice con firmeza la señora Saquinux.

 

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