El IGSS, como el resto del sistema de salud pública guatemalteco, está muy lejos de ser ideal, y las quejas por mala atención y muchas otras cosas que se hacen mal, son abundantes y cotidianas. No pretendo ocultar el sol con un dedo, ni negar una realidad que afecta y molesta a muchas personas en Guatemala. Es claro que en el IGSS y en el resto del sistema sanitario hay cosas que están mal.
Pero, es preciso hacer justicia, porque el hecho de que haya cosas que están mal, no quiere decir que todo esté mal. No tengo un diagnóstico completo e integral de la situación del IGSS, pero me consta que hay heterogeneidad entre unidades y centros de atención. La experiencia de un afiliado en una unidad o centro de atención, puede ser muy distinta a la de otros.
Mi experiencia personal es testimonio de la atención recibida por una lesión en una articulación. Consulté a algunos médicos de servicios privados, y todos indicaron cirugía, con un costo de alrededor de 40,000 quetzales. El primer gran reconocimiento y agradecimiento al IGSS es porque el especialista del Hospital General de Accidentes Ceibal, luego de analizar los mismos exámenes que sus colegas del mercado privado vieron, fue enfático en que su diagnóstico no indicaba cirugía, sino un tratamiento conservador con fisioterapia. El tratamiento indicado por el médico del IGSS resultó exitoso, la lesión sanó sin necesidad de cirugía, y sin gastos adicionales a la cuota mensual usual.
Pero, si queremos ir más allá del dinero, podemos abordar el importantísimo tema de la calidad de la atención. Este posiblemente es el motivo de la mayoría de las quejas, toda vez que el IGSS se ve sobrepasado en sus capacidades y alcances actuales. Es usual ver a sus centros y unidades abarrotadas y filas largas de pacientes que deben madrugar para recibir atención. Y no faltan reportes de abusos y maltratos, además de instalaciones inadecuadas o en malas condiciones, desabastecimiento de medicamentos, entre otros.
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Sin embargo, el caso específico de mi experiencia en el Hospital de Rehabilitación en la zona 12 fue el de una buena atención que superó, por mucho, mis expectativas. Pude constatar que el personal brinda a los pacientes un trato muy humano y correcto. Estrictamente alejados de actitudes lastimeras o alcahuetas, observé un trato amable y muy respetuoso, especialmente para personas que experimentan dolor y otras condiciones físicas en extremo molestas. Puedo dar fe de buena atención, tanto en los aspectos médicos físicos, como en los psicológicos.
Mi paso breve por el Hospital de Rehabilitación del IGSS, por una lesión articular que fue correctamente diagnosticada y tratada, y que, concluido el tratamiento, ha sanado con éxito, me dio la oportunidad para conocer el excelente trabajo que realiza la mayoría de trabajadoras y trabajadores del IGSS. Y por ello, mi agradecimiento sincero para ellas y ellos. Gracias porque demuestran a diario que, haciendo bien las cosas, aún con escasez, se obtienen resultados exitosos.
Por supuesto, mi agradecimiento en principio es porque fui bien atendido. Pero es mucho más sentido e infinito por el trato correcto y respetuoso que reciben quienes más lo necesitan, para quienes el IGSS y el sistema público de salud son su única opción para recibir atención médica y sanitaria.
Gracias, gracias y gracias a las y los trabajadores honestos y dedicados del IGSS y de todo el sistema público de salud. Son parte de la reserva moral y de lo más valioso de Guatemala.
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