Considero, como la mayoría de guatemaltecos, que el nuestro es un territorio físicamente hermoso. Esta tierra «de sol y de montaña» como dijo el escritor José Rodríguez Cerna, a pesar del descuido y la depredación a la que la hemos sometido, sigue conteniendo una belleza indiscutible. Gozamos, asimismo, de un clima envidiable y de una naturaleza exuberante que nos abraza.
Nuestro problema, englobado en uno solo, se da básicamente porque en estos más de 200 años desde la separación de España, como sociedad, no hemos sido capaces de crear las condiciones materiales efectivas para que estas bondades las disfrutemos todos. No lo hemos logrado a nivel de infraestructura ni de las instituciones del Estado. Es decir, vivimos en extremas condiciones de desigualdad e inequidad.
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Aunado a ello, la falta de conocimiento de nuestra historia contribuye para que sigamos sumergidos en la indiferencia. En este sentido, es adecuado tomar en cuenta diversos análisis al respecto. Ello nos permite ampliar nuestra visión sobre los sucesos y darles una dimensión diferente y más realista tanto sobre los hechos del pasado como sobre quienes participaron y sus motivaciones. Así, tal como se expresa en una publicación reciente en la página de Facebook de HistoriaGT.Org, hay algunos mitos en torno a la independencia cuyo análisis resulta interesante. Transcribo unos cuantos:
«Mito: La Independencia ocurrió en 1821 debido a la falta de organización en Guatemala para separarse de España esta crisis empezó durante la invasión napoleónica. Realidad: En 1813, la conjura de Belén fue más inclusiva, contando con la participación de figuras como el indígena Manuel Tot y el agricultor Mariano Cárdenas; sin embargo, ambos fueron encarcelados».
«Mito: Todas las provincias de Centroamérica se unieron a la independencia liderada por Guatemala por ser la capital del Reino. Realidad: Las provincias de Centroamérica no buscaban la libertad de España sino de Guatemala por ser el centro del monopolio comercial».
«Mito: La República de Guatemala comenzó con la independencia proclamada el 15 de septiembre de 1821. Realidad: La República de Guatemala se fundó el 21 de marzo de 1847; lo ocurrido en 1821 fue solo la separación del Reino de Guatemala de España, en que los mismos representantes del gobierno español quedaron con el gobierno».
Es válido preguntarse, entonces, ¿cuál es la función que en la actualidad aún podrían estar cumpliendo estos mitos? ¿A quiénes beneficia que se sigan reproduciendo? ¿Qué intereses económicos, políticos y sociales hay detrás? ¿Cuál es el propósito de seguir perpetuándolos? ¿Qué impide el que, finalmente, en lugar de seguir reproduciéndolos a nivel individual y colectivo estudiemos la verdad? Sobre todo, ¿por qué y para qué?
Mientras damos una respuesta a estas interrogantes ya sea a nivel individual y ojalá algún día no tan lejano también como sociedad, la celebración de estas fechas de alguna manera ya sea a favor o en contra, sigue moviéndonos. Recuerdo las palabras que hace algún tiempo me expresó una joven mujer trabajadora del hogar al preguntarle sobre este tema: «Cuando ese día escucho las notas del Himno Nacional, algo se me mueve aquí», me dijo mientras levantaba la mano derecha y la llevaba sobre el corazón. «No sé, es una sensación fuerte, como si algo se me quebrara, en la que siento deseos de llorar, se me humedecen los ojos», agregó con la voz entrecortada por la emoción y los ojos brillantes por las lágrimas que no terminaron de salir.
Es la sensación, imagino, que experimentamos la mayoría de guatemaltecos cuando algo del amor patrio nos mueve por dentro.
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