Durante el mes de octubre 2022 se hizo pública «[…] para el conocimiento pleno de toda la comunidad universitaria, esperando que se apropien de ella y la hagan parte de su actuar dentro y fuera del SUL.[1] Esto, con el fin de fortalecer y promover la cultura de gestión ética y transparente, acordó con los principios de la Compañía de Jesús, los documentos normativos de la Universidad y lo establecido en el Plan estratégico institucional 2022-2030 para toda la comunidad landivariana».[2]
En el Marco Conceptual pueden encontrarse los acápites que van desde la Política como un ejercicio orientado a fines y valores hasta la forma de Compliance como un «[…] proceso que se adopta en una organización enfocado a las buenas prácticas éticas en temas de transparencia, aplicado en sus gestiones y manejo de recursos […]».[3] En medio quedan los correspondientes a la normatividad, la gestión ética, la transparencia, los valores, los conflictos de intereses, la rendición de cuentas y el control interno.
Su publicación y aplicación generó alegría y satisfacción, pero también dudas. Estas últimas pivotaban alrededor de preguntas como: ¿Se puede ser transparente en un país de tercer mundo? ¿Cómo afrontar con ética y transparencia esa larga historia de malos ejemplos devenidos de los pseudolíderes políticos que nos han gobernado? ¿Acaso es posible desafiar un estado de corrupción ya normalizado en Guatemala?
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A medida que, a lo interno, el objetivo general y los objetivos específicos de dicha política fueron conseguidos y siguen alcanzándose, la posibilidad de arribar a un horizonte real –no ficticio ni mimético– fue cobrando forma y tesitura. De modo muy particular cuando todos los miembros del SUL comenzamos a sentir las bondades del tercer objetivo específico: «Propiciar relaciones interpersonales basadas en el respeto, dignidad y responsabilidad dentro del Sistema Universitario Landivariano, enfocadas hacia el bien común, el uso adecuado de los recursos y cuidados del medioambiente».[4]
Esa lectura me recordó el contenido de un artículo que por su importancia archivé en mi ordenador. Se trata de una síntesis de los valores superiores que según los autores proponía Jesús de Nazaret como inspiradores para el hombre en su camino hacia Dios. Puntualiza: «Haciendo una síntesis de los valores que Jesús personalmente apreció, y pretendió transmitir a sus seguidores, pudiéramos subrayar tres fundamentales: la pobreza, la verdad, la misericordia».[5] Y afirma sobre la verdad: «Les dijo claramente que lo que mancha al hombre no es comer carne de cerdo, de vacuno o de pollo. Eso para Dios es insignificante. Lo que mancha al hombre son las intenciones que alberga en su corazón».[6] El artículo se llama La ética de Jesús.
Establecí entonces un parangón entre La ética de Jesús y nuestra política de ética y transparencia, lo concebí cuando me percaté que, si se planta cara al mal (y se le resiste), las intenciones que alberga el corazón de sus agentes quedan al desnudo. Conocerlas y conocer a quienes mimetizan, aún dentro de algunas instituciones eclesiásticas, es más que importante.
Los resultados ya los tenemos a la vista. Son muchos escenarios donde están dando frutos. Resta ahora, –con relación a nuestra Política de Ética y Transparencia–, seguir encarnándola para aplicarla como lo hizo Jesús de Nazaret. Dos mil años en el tiempo (entre una y otra manera) es nada cuando se trata de hacer el bien.
[1] SUL: Sistema Universitario Landivariano.
[2] Cortés Bofill, Miquel (2022). Política de Ética y Transparencia. Guatemala: Universidad Rafael Landívar. P.XIV.
[3] Política de Ética y Transparencia. Guatemala: Universidad Rafael Landívar. P.7.
[4] Ibid. P. 19.
[5] https://www.diariocordoba.com/opinion/2008/09/28/etica-jesus-38232041.html
[6] https://www.diariocordoba.com/opinion/2008/09/28/etica-jesus-38232041.html
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