Chan: «La Senacyt no hace ciencia; es un órgano articulador»
Chan: «La Senacyt no hace ciencia; es un órgano articulador»
Hace una semana la base científica de un proyecto de innovación contra COVID19 seleccionado por la Senacyt fue puesta en cuestión. La «cura al coronavirus», como la promovía su autor, parecía tener poco futuro. Ana Chan, la abogada que dirige la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, explica que este proyecto puede generar dudas pero que está en una fase preliminar, por lo que no esperan resultados de inmediato.
La semana pasada Paula Castellanos, química bióloga inmunohematóloga, puso palabras a las dudas que una parte de la comunidad científica de Guatemala albergaba el respecto de un proyecto seleccionado por la Senacyt como resultado del «Reto de innovación contra el COVID19». En palabras de su creador, podía llegar a ser la cura para el coronavirus.
Castellanos abanderó una corriente contraria, la que sostenía que no solo carecía de fundamento científico, sino que era potencialmente peligroso para la salud.
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La propuesta llamada «Tami Transfusión autóloga» fue seleccionada por la Secretaría junto a otros siete proyectos. En términos simples, plantea extraer sangre del paciente infectado, tratarla, y luego inyectarla de nuevo al paciente para crear así inmunidad.
Cuando Plaza Pública intentó entrevistarlo acerca de los cuestionamientos, el autor, el químico René Osberto Aguilar Granados, que había promocionado su idea por todos los medios posible, aseguró que una cláusula le impedía dar más entrevistas pues la fase de socialización había concluido. La Senacyt lo desmintió.
El análisis de Castellanos adujo, en ocho argumentos, graves problemas de fondo de la propuesta. Destaca la confusión de términos científicos y la intención de llevar a cabo procedimientos que podrían hacer más vulnerable la salud del paciente con COVID19.
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La propuesta fue elegida por un panel de 20 expertos en diferentes ciencias, según las bases del concurso. Durante esta entrevista, Ana Chan, secretaria de la Senacyt, ofreció trasladar el listado de estos científicos, pero ayer rectificó: dijo que había tenido que consultar con los jueces si estaban de acuerdo, dado que no les habían advertido por adelantado de que sus nombres serían públicos, y estos, dado el revuelo, habían pedido permanecer en el anonimato.
Ahora, la preocupación de Chan es que esta controversia pueda perjudicar la innovación científica con un ruido innecesario. En su opinión, se ha malinterpretado la naturaleza de la iniciativa. En primer lugar, sostiene, la propuesta de Aguilar no debe ser vista como una cura, sino como un proyecto innovador de investigación que, como tal, puede tener éxito o diluirse. En segundo, no fue premiado, pues no era un concurso ni había dinero en juego: era un reto. Solo fue «seleccionado» para que la Senacyt le ayude a entablar contactos con las autoridades de Salud que dictaminen si es viable, y potenciales patrocinadores que ayuden a desarrollarlo.
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«Vale la pena aclarar esto: muchos han usado la palabra “premiado”, “galardonado”. Realmente es un proyecto seleccionado para continuar su desarrollo, no implica que será implementado inmediatamente, o que el gobierno de Guatemala lo haya hecho propio. Implica que se reconoce la propuesta por los criterios de selección.»
«Cuando COVID19 llegó a Guatemala», dice, «la Senacyt se planteó convocar a la comunidad científica, tecnológica e innovadora de Guatemala a crear proyectos destinados a resolver problemas y retos generados por la pandemia. Esperábamos proyectos de investigación científica, innovación productiva, de tecnologías de la información, y nuevas tecnologías que podrían apoyar a empresas afectadas.»
Recibieron, dice, 234 propuestas. El 16 de abril presentaron las siete seleccionadas y tres con mención honorífica. «Buscamos que fueran proyectos innovadores, viables en su implementación, que las propuestas tuvieran suficiente respaldo técnico, y que fueran escalables (reproducibles). El panel lo conformaron expertos en diferentes ramas científicas. Ahora estamos en una fase de acompañamiento, hemos tenido reuniones con distintas entidades de gobierno. El seguimiento de estos proyectos le corresponde al órgano rector, que en este caso es el Ministerio de Salud. Si lo ven viable, decidirán que sus expertos lo desarrollen en el sistema nacional de salud. Los proyectos en área científica duran meses, incluso años».
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¿Por qué seleccionar un proyecto que a la primera revisión de un experto determina que no tiene base científica y está confundiendo términos?
Respetamos el derecho a la libre emisión del pensamiento de profesionales, enriquece mucho el proceso de investigación y de eso se trata. Es una diferencia de criterio y creo que ahora es muy prematuro que cualquiera de nosotros en esta fase determine si el proyecto es viable o no. Falta mucho por recorrer. Los profesionales están en su derecho de emitir sus opiniones en esta fase, pero hay que esperar a que termine esta revisión de pares.
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¿Vale la pena esperar un proyecto que está confundiendo términos básicos de ciencia y plantea extraer sangre a un paciente, cuando es justamente el momento en que está más débil, y que la transfusión autóloga es algo completamente contraindicado?
Yo considero que hay que esperar a que termine la revisión de pares, que se replique el proyecto para concluir si tiene base científica o no. Ahora es un proyecto en desarrollo. Concluir algo en una fase tan incipiente sería adelantarnos y rompe todo el esquema del método científico. De parte de Senacyt buscamos apoyo de instituciones, entre otras cosas, para continuar con la evaluación e investigación del proyecto. Pero hay que aclarar que esto no es un proyecto de cura, en ningún momento se presentó como una cura al COVID19.
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Aguilar lo promovió como una cura que hará efecto en 72 horas.
Respetamos el derecho a la libre emisión del pensamiento de los participantes, ellos pueden ampliar y nosotros nos mantenemos al margen. Pero el evento institucional fue un certamen de proyectos, no un certamen de ideas.
¿Quiénes son los miembros de este panel de expertos?
Es un grupo de expertos que invitó la secretaría. Senacyt es un órgano técnico pero lo conforman diferentes instancias, primero está el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología, luego las direcciones, y subdirecciones, de carácter muy técnico, también tenemos 17 comisiones sectoriales de distintas temáticas. De ahí surgen las ideas de cómo en Guatemala generamos ciencia, tecnología e innovación.
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De toda esta comunidad y red de científicos se invita a este panel de expertos, evaluadores ad honorem. Se guarda cierta confidencialidad acerca del nombre o la persona que evaluó el proyecto, algo que es muy sano. Ningún colaborador de Senacyt participa como experto evaluador. Son personas ajenas que evalúan el proyecto, no el nombre de quien lo postula.
¿Los nombres de los miembros de este panel no se harán públicos?
No se hizo público en ningún momento de la convocatoria.
¿Y ahora que ya terminó la convocatoria lo hará público?
Creo que pudiera hacerse público con mucho gusto, podría regresar a mi equipo técnico y hacer público estos nombres. Buscamos ser muy transparentes. Si ustedes necesitan esa ampliación con mucho gusto puedo trasladarlo a mi equipo, aunque no podría decir quién evaluó qué proyecto específicamente.
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Me dice que hay un consejo externo para evaluarlo. En Senacyt tienen expertos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (órgano superior a la secretaría) o en sus departamentos técnicos. ¿Por qué no los consultaron a ellos?
Así como hay criterios de profesionales que critican la metodología, hay otros profesionales, entre ellos los jueces evaluadores, que lo consideran válido. Esa discusión académica es propia de todo proceso científico y nosotros aplaudimos que así ocurra. Así se hace la ciencia, sometiendo las ideas a discusión de pares previo a ir avanzando a las fases de validación y eventual implementación. Si avanza y se concluye que no es viable, el proyecto ahí queda. En cambio, si en la revisión se concluye que es viable, continúa el proceso.
Respecto a por qué el consejo y otras entidades propias no conocieron esto, los procedimientos aquí son así: Cuando los proyectos son apoyados por cualquiera de nuestras líneas de financiamiento, la ley indica que los proyectos se someten a consideración de la Comisión Consultiva, y luego a consideración y decisión final del Consejo. En este reto Senacyt no ofrece fondos públicos para realizar los proyectos, lo que hemos hecho es promover el reto de innovación para quienes quieran resolver un problema en cualquiera de las temáticas, pero los fondos deben gestionarse por los mismos ponentes y con nuestro acompañamiento, porque somos un órgano de enlace.
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El anterior secretario de Senacyt era químico biólogo, decano de la facultad de farmacias. Usted es abogada, no especializada en ciencia. ¿No es este es un espacio para la ciencia?
Reitero que aquí no participa nadie de la Secretaría (ni yo como secretaria) aportando ciencia o evaluando como expertos científicos. Ni de este reto de innovación abierta ni de otros proyectos para los que abrimos la convocatoria de financiamiento. La Senacyt es un órgano técnico, de acompañamiento, de facilitación, de enlace, no hace ciencia. Los que hacen ciencia son los miembros del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. La Ley de Promoción del Desarrollo Científico reconoce el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, integrado por universidades, entidades académicas, etc. Todo el análisis científico lo realizan esos expertos o los miembros de las comisiones. Nosotros nos encargamos del proceso técnico, no de la evaluación de los proyectos. La Secretaría es un órgano técnico adscrito a la Vicepresidencia y como tal, me incluyo, soy un facilitador. El expertís científico que podría tener yo no se aplica en el funcionamiento de la Senacyt.
¿Sigue el proyecto «Tami transfusión autóloga»?
Sí, seguimos acompañando y vinculándolo a las entidades rectoras que deberán dar su última opinión al respecto en este proceso de investigación y desarrollo.
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