Hace unas semanas pregunté acá quién le había dado al presidente Morales la orden de retirar del Congreso la propuesta de reforma tributaria. Esta pregunta la hice no con el afán de defender el contenido de la malograda propuesta, sino para abordar la posibilidad preocupante de que Jimmy Morales sea un títere al servicio de un poder fáctico superior.
A mi pregunta no faltaron quienes manifestaron que parecía que me estuviera afectando una típica visión paranoica y que el planteamiento era exagerado, si no irresponsable. Sin embargo, con el escándalo de intentar suspender las garantías constitucionales para las libertades de expresión y locomoción en el fallido decreto de estado de prevención es muy probable que estos hasta hace poco simpatizantes de Jimmy Morales y de su gobierno estén cambiando de opinión y empezando a preocuparse. La cosa definitivamente no fue un chiste más del supuestamente cómico programa de variedades Moralejas.
Aprovecharse de una situación de emergencia para cometer abusos es una práctica añeja y bien conocida, clásica de las dictaduras militares. En una penosa conferencia de prensa se vio al notoriamente tenso vicepresidente Jafeth Cabrera intentar defender lo indefendible e incluso volver a perder los estribos sucumbiendo a las provocaciones más elementales de los periodistas (se le preguntó sobre la lujosa casa que renta en la zona 14…). ¿De dónde vino la polémica y ahora escandalosa decisión de suspender las garantías constitucionales de locomoción y libre expresión, a todas luces innecesaria para atender la emergencia de las lluvias?
Para la opinión pública es natural asociar esas actuaciones con la conducta de los militares que gobernaron durante las décadas de la guerra y la dictadura, por lo que la primera candidata para la autoría del intento de suspender garantías constituciones es la ya famosa juntita militar, el grupo de militares retirados allegados a Jimmy Morales y fundadores originales del partido FCN. El estilo autoritario anacrónico que han demostrado sus miembros estimula creer que vino de allí. Pero lo cierto es que eso es solo rumor y especulación.
Pero, si no fue la juntita, ¿quién fue? ¿Los mismos Morales y Cabrera? Pocos les conceden esas capacidades y esos alcances, pero no se les debiese menospreciar tanto. ¿Asesores o financistas de la campaña electoral que constituyen el verdadero poder detrás del trono, aún agazapado en el anonimato y en la oscuridad? ¿Acaso una estructura similar a la del entorno corrupto y criminal de Otto Pérez y Roxana Baldetti?
Insisto: lo cierto es que, con la información verificable al día de hoy, lamentablemente las respuestas a estas preguntas solo pueden ser especulativas. Que la responsabilidad de tanto tropiezo sea del presidente, del vicepresidente y del resto del gabinete del Gobierno es una crisis política formal. Pero que los autores intelectuales del intento de suspensión de garantías constitucionales básicas permanezcan protegidos por los gobernantes, quienes les mantienen un velo de impunidad en el anonimato, es una bomba de tiempo política. Y, en ese caso, cierto y objetivo es que gozan de una cuota de poder suficientemente grande para que sean Morales y Cabrera los que den la cara y sufran el desgaste político en el afán de protegerlos.
Muy poco a poco, y gracias a la gestión del MP y el apoyo de la Cicig, hoy estamos levantando el velo de anonimato e impunidad del poder real al que obedecían Pérez y Baldetti. Son cientos ya los ligados a proceso y bajo investigación en una docena de casos.
¿Será esta también la ruta para develar el poder real al que obedecen Jimmy y Jafeth?
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