La ideología política delimita nuestras preferencias situándolas y compartiéndolas como una serie de valores normativos que regulan la distribución de los recursos (tipos de políticas públicas), los comportamientos sociales (progresismo y conservadurismo) y la distribución del poder (el dilema clásico entre Estado y mercado).
El siguiente análisis que propongo supone una atracción para los votantes moderados a través de una ideología flexible —algunos dirán inexistente—,que yo llamaré utilitaria. Esta posibilidad es la que permite canalizar preferencias electorales diferenciadas, darles una lectura coherente a los cambios bruscos detectados en las preferencias en cada elección a partir de 1996 y determinar por qué el personalismo es cada vez más evidente entre candidato y partido.
¿Qué nos dicen los datos?
La percepción de los datos empíricos ofrecidos por el Observatorio de Élites Parlamentarias Latinoamericanas sobre la ideología de los diputados en Guatemala de 1996 a 2012 señala que, en términos de competencia ideológica, las elecciones no se han definido por una polarización entre izquierdas y derechas. La encuesta ha entrevistado a los legisladores, a quienes preguntó sobre la autoidentificación ideológica y sobre la ubicación del resto de partidos mediante una escala de 1 (izquierda) a 10 (derecha). Cuando se les ha indagado sobre su autoidentificación, la media partidaria es de 5.39, mientras que la ubicación sobre el resto de partidos es de un 5.94. Como indica la gráfica 1, las preferencias se han movido del centro a la derecha, con el centrismo como una tendencia mayoritaria.
Otra comparación entre la ideología del presidente y la del partido, según la gráfica 2, sugiere que entre los diversos períodos existen dos tendencias:
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En primer lugar, la ideología del partido se acerca cada vez más a la ideología del presidente. El liderazgo caudillista, o bien el prestigio personal del líder escogido, condiciona la ideología del partido y marca la tendencia del escenario. El presidente determina cada vez más al partido, y no al revés. El partido se hace el traje a imagen y semejanza del candidato.
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Existe una alta volatilidad ideológica que demuestra un cambio brusco entre los presidentes electos. En cada período, la ideología se ubica de un lado a otro. No hay consistencia. El desencanto con la gestión de gobierno da lugar a la alternancia ideológica. Los partidos se cambian de traje para la ocasión.
¿Qué le queda a una opción de indignados bajo estas condiciones?
Con base en la proyección de la gráfica 2, me he permitido construir una correlación para identificar el posicionamiento ideológico del próximo presidente a partir de la ubicación ideológica del partido y del líder ideológico de tres partidos políticos: Partido Patriota (PP), la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y Libertad Democrática Renovada (Líder).
El escenario ideal sitúa al ganador sobre 5.25. Bajo este modelo de proyección, sitúo a Sinibaldi en la centroderecha (que tiene 8.00), separado en 2.75 del escenario ganador. Baldizón aparece ligeramente a la derecha, lo que implica que tenga que correrse hacia la izquierda en 0.60 (muy cerca del punto de referencia). Finalmente, Torres debería desplazarse hacia la derecha en 1.11.
En esta lógica, están servidos el sistema de alianzas y, por lo tanto, el comportamiento electoral de sus actores. Sin embargo, fruto del desencanto electoral, de la promoción del voto nulo, del desencanto con la clase política tradicional e incluso de la insatisfacción de votar por el menos malo sitúan un escenario propicio para presentar una nueva opción centrista y pragmática.
Me explico. Si los indignados de hoy son capaces de institucionalizarse, tienen la posibilidad de entrar en la contienda. Eso sí, requerirán de acuerdos mínimos y de una mirada sobre la balanza del sistema. Es decir, deben abandonar la posición antisistema. ¿Debe configurarse una ideología pragmática y utilitaria que responda a las preferencias ciudadanas?
La respuesta implica catalizar ese hartazgo de una forma positiva, concreta y coherente. La indignación debe dar paso a un sistema de acuerdos mínimos sobre las posiciones ideológicas intermedias y abandonar las posiciones divergentes. Esta opción implica liderazgo, democracia, unidad y diversidad. Un proyecto estabilizador, no restructurador. El pragmatismo ideológico implica incluir, no excluir, una doble estructura y una doble identidad sobre un proyecto común.
¿Serán capaces los indignados de transformar la movilización ciudadana en una expresión pluriclasista, descentralizada y capaz de articular conforme a los derechos y las aspiraciones ciudadanas y con respeto a su diversidad?
El objetivo central de la creación del Observatorio de Élites Parlamentarias de América Latina (Élites) es profundizar en el conocimiento de las actitudes, las opiniones y los valores de la élite parlamentaria latinoamericana como un factor clave para determinar y evaluar la calidad de la democracia en América Latina.
Alejandro Sinibaldi aún aparecía como candidato del PP.
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