Con preocupación ante una alianza autoritaria que concentra el poder en instituciones cooptadas para saquear y acallar, con serios ataques a la libertad de prensa y de organización, y ante la inminencia de las elecciones generales de 2023, columnistas de Plaza Pública decidimos reunirnos para plantear los temas importantes y comunes que nos atraviesan, para visibilizar los síntomas de un Estado excluyente, construido por y para unos pocos. Al mismo tiempo también buscamos la esperanza que existe en la organización y en la palabra.
El derecho, la parcela y el plato lleno
«Cualquier organización internacional que conozca mínimamente América Latina sabe que Guatemal...
«Cualquier organización internacional que conozca mínimamente América Latina sabe que Guatemala es un foco rojo», según Daniel Cerqueiras, en este artículo de DW.
Somos un «foco rojo». Yo sueño con un país que ya no lo sea. Ya no quiero estar visibilizando síntomas de un Estado excluyente, construido por y para unos pocos.
Este experto en derecho cuenta que ha trabajado en América Latina y que nunca había visto un escenario con estas características: «la facilidad y la intensidad con que se usa a la Fiscalía para un proceso penal donde se notifica a veces 20 minutos antes a una comunidad que será desalojada». En nuestro país presenciamos simple y fácil compra y venta fraudulenta de títulos de propiedad, con el afán de conseguir tierras para el agronegocio o una hidroeléctrica, negocios a los que se les mal llama desarrollo. Eso no es desarrollo, eso es un Estado construido por y para pocos donde no aplica el derecho porque no tenemos jueces independientes.
El campo guatemalteco podría ser un verdadero campo de esmeraldas porque dispone del potencial por parte de los y las campesinas como generadoras de desarrollo social y económico. Los pueblos indígenas, especialmente las mujeres y las campesinas sostienen la seguridad y construyen la soberanía alimentaria del país. Efectivamente, más del 70 % de los alimentos en los territorios guatemaltecos provienen de la agricultura familiar y campesina. Vean el vídeo de Land Coalition
El campesinado es una mina de oro para nuestro país y en cambio tenemos a un campesinado abandonado, desalojado, con orden de captura.
La nota citada al inicio interroga: «¿Por qué los desalojan de sus territorios ancestrales? "Un finquero o una empresa privada interpone una querella penal por 'usurpación'". Esa figura penal significa que alguien ocupa una propiedad que no es suya. La Fiscalía lleva adelante el proceso y un juez dicta la orden de desalojo. En términos estrictamente legales de Guatemala, eso es posible».
Por estas razones, últimamente se intensificó una campaña internacional para frenar esta epidemia silenciosa de desalojos en Guatemala. El medio internacional AJ+ publicó del tema:
Recomiendo además la entrevista de Land Rights Now con Carlos Morales, coordinador de UVOC, la Unión Verapacense de Comunidades Campesinas, acerca de este tema.
Presenciamos un abandono por parte del Estado de la agricultura familiar campesina cuando es esta la agricultura que dinamiza, que nutre, que alimenta, que asegura el derecho a la alimentación y la que promueve una mejor gestión de los recursos naturales. O mejor dicho, de los bienes comunes de la humanidad.
En el año de la pandemia (2020), se presentó la iniciativa de ley de reactivación de la economía rural donde se exigía al Estado la asignación de 1,600 millones de quetzales. Ni siquiera pasó la aprobación técnica en el Congreso. Se aprobaron 100 millones de quetzales para la atención a la emergencia de la agricultura familiar y campesina, de los cuales hasta noviembre de ese mismo año solo se ejecutaron el 5 %.
Lo que el país tiene actualmente es un modelo de desarrollo para un escaso puñado de empresas y personas. Porque no somos un país pobre, somos un país calificado de megadiverso, somos cuna de la aparición del maíz, del frijol y de muchas verduras. Sueño con un Estado al servicio de toda su población y ya no de las iniciativas extractivistas y de monocultivo, un Estado construido por y para pocos.
De familia materna guatemalteca y paterna suiza. Crecida en Ginebra, nació en Guatemala y vivió en el país de pequeña; del 2000 al 2004, y lo hace de nuevo desde 2016. Estudió Relaciones Internacionales en los 90 y ahora a los 45 años, está estudiando la carrera de ciencias agrícolas porque le faltaba la parte científica a su pasión desde hace 10 años : el camino social del azadón a la mesa.
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Eliane Hauri Fuentes
Autor
Eliane Hauri Fuentes
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De familia materna guatemalteca y paterna suiza. Crecida en Ginebra, nació en Guatemala y vivió en el país de pequeña; del 2000 al 2004, y lo hace de nuevo desde 2016. Estudió Relaciones Internacionales en los 90 y ahora a los 45 años, está estudiando la carrera de ciencias agrícolas porque le faltaba la parte científica a su pasión desde hace 10 años : el camino social del azadón a la mesa.
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