Líder encabeza las encuestas. Y la realidad es que, si las elecciones fueran hoy y esas encuestas están bien hechas, ganaría. Las investigaciones más recientes del MP y la Cicig muestran que esto es un riesgo muy grave, ya que en las filas de este partido militan corruptos descarados y agresivos.
En una democracia funcional, la situación de Líder sería una crisis gravísima y obligaría al partido a retirarse de la contienda, o por lo menos a iniciar una depuración rigurosa de sus filas. Sería impensable que, después de las gravísimas acusaciones en contra de sus miembros, el electorado pudiese votar a su favor.
Sin embargo, la guatemalteca no es una democracia funcional y me temo que, sin un esfuerzo ciudadano inédito y enérgico, aun con las acusaciones y los escándalos, Líder no depurará sus filas y ganará las elecciones, tal como reportan las encuestas. Semejante pronóstico fatalista deviene realista cuando se analizan los factores determinantes del resultado electoral.
Por un lado, los dos diputados distritales de Huehuetenango de Líder acusados de corrupción evidencian un desprecio de la inteligencia del electorado, de la opinión pública y de la capacidad del sistema de administración de justicia de castigarlos por sus fechorías. Uno, famoso por sus payasadas, oportunista que en un momento hasta sostuvo públicamente un cartel apoyando a la Cicig y ahora descarga su diarrea verbal en contra del comisionado Velásquez y del ente internacional. La otra, capaz de un cinismo sin límites, tal como consta en el video en el que se la ve burlarse de los niños desnutridos y jactándose de sus acciones.
Quizá por la seguridad que les otorga su derecho de antejuicio (por ser tanto diputados como candidatos inscritos), estos dos corruptos histriónicos contraatacan con comunicados de prensa y declaraciones agresivas en contra de los entes investigadores. ¿Qué los anima a tan insultantes actitudes?
Entre otros aspectos, los siguientes: 1) la impunidad que les granjea el derecho de antejuicio, esperanzados en que para que lleguen a enfrentar el castigo conforme a la ley faltan muchos meses y serán reelectos antes; 2) la cobertura de estar dentro de la lista de diputados del partido que encabeza las elecciones; y 3) el convencimiento de que sus electores en Huehuetenango posiblemente ni se enteren del escándalo (el voto capitalino o de otros lugares no influye en la elección distrital de ese departamento). Y si llegaran a enfrentar a votantes huehuetecos bien informados y honorables, esperan que con regalitos y demagogia lograrán doblegar la voluntad y la honorabilidad de la mayoría de la población en pobreza (seguramente desinformada y con necesidades apremiantes de subsistencia) y que así lograrán el mínimo de votos que necesitan para reelegirse.
Es decir, los integrantes de la gavilla de delincuentes políticos a la que pertenecen Chávez y Arreaga son cualquier cosa, menos tontos o estúpidos. Su actitud desafiante es el resultado de un cálculo frío y bien hecho: el sistema de administración de justicia lo saben lento, corrupto y engorroso. Aunque expuestos públicamente, la ira ciudadana en contra de ellos es más bien un fenómeno capitalino y seguramente en su distrito lograrán el número de votos que necesitan para reelegirse. Y el TSE es tan débil que no tiene mandato ni facultades para castigarlos.
Entonces, acá, frente a todas y todos, tenemos, con rostros, nombres y apellidos, el verdadero desafío de la lucha en contra de la corrupción y la impunidad. ¿Quién ganará? ¿Arreaga, Chávez y toda la pandilla de corruptos en Líder y otros partidos políticos? ¿O la ciudadanía, a la que le urge derrotar la corrupción y la impunidad?
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