Traslado de piezas mayas al extranjero: Un camino sin información
Traslado de piezas mayas al extranjero: Un camino sin información
A inicios de junio, el presidente Alejandro Giammattei anunció como un logro exhibir tres estelas mayas en el vestíbulo del Museo Metropolitano (Met) de Nueva York. Dijo que luego serán trasladadas a una sala para una exhibición temporal de dos años y que habló con el rey de España, Felipe VI, para que se «ponga una exposición» de piezas mayas en El Prado, uno de los museos de Madrid. Según un acuerdo ministerial, estos traslados están prohibidos.
Días después el ministro de Cultura y Deportes, Felipe Aguilar, anunció que una de las estelas a exponer en Nueva York era la Señora Seis Cielo, que procede de El Naranjo. Se trata de una estela de piedra caliza de casi dos metros de altura, tallada a bajo relieve que representa a una de las pocas reinas conocidas del clásico maya, realizada en el siglo V de nuestra era.
También anunció el viaje al extranjero del Trono de Piedras Negras, un extraordinario y raro ejemplo de este tipo de elementos que sobrevivió al abandono y al paso del tiempo desde el periodo maya clásico tardío, en el siglo VI de nuestra. A diferencia de otros tronos que se cree, fueron fabricados en madera, fibras o adosados a los templos, este es de piedra finamente tallada a medio relieve. Esta pieza tiene una protección especial que evita que salga de su puesto de exposición en el Museo de Arqueología y Etnología de la ciudad de Guatemala (MUNAE).
Las redes sociales del MCD no son populares. Sus publicaciones apenas despiertan interés entre sus pocos seguidores. Sin embargo, en la institución no contaban con que un grupo de estudiantes y profesionales preocupados por el Patrimonio Cultural tomarían en cuenta las publicaciones sobre las exposiciones en el extranjero. Se desató preocupación y crítica.
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En junio, la Comisión de Cultura del Congreso, presidida por el diputado Emilio Maldonado, y el MCD presentaron la Iniciativa 5923 Ley para el Rescate del Patrimonio Prehispánico, que generó críticas porque contempla integrar a «la iniciativa privada en la conservación, rescate y mantenimiento de los sitios arqueológicos, dando oportunidad para que éstas puedan participar de una forma directa».
Esto permitirá a grupos empresariales y fundaciones privadas elegir sitios para intervenir y deducir impuestos para la explotación turística y otros intereses de las cámaras privadas.
Como reacción a esta iniciativa, profesionales de arqueología, arquitectura, restauración y conservación del Patrimonio y otras disciplinas afines formaron el Colectivo por la Defensa del Patrimonio Guatemalteco (CDPG) y presentaron un documento comentado para argumentar su rechazo a la propuesta. Una de las principales críticas es que no fue consultada con las comunidades y grupos mayas del país.
El Colectivo alertó que el Trono de Piedras Negras se encuentra resguardado especialmente por su valor histórico ireemplazable.
El Acuerdo Ministerial 721-2003 es el documento que protege este tipo de piezas. Prohíbe «las exportaciones temporales para exposiciones internacionales, por cualquier causa o motivo, así como el préstamo a exposiciones en el ámbito nacional, de las piezas que integran el Patrimonio Cultural de la Nación».
Menciona más de 70 piezas culturales de la colección de los museos nacionales. Entre ellas está un collar con jaguares de oro descubierto en Iximché, la colección del pintor virreinal Cristóbal de Villalpando que está en el Museo de la Universidad de San Carlos en Antigua Guatemala y las letras originales del himno nacional que se encuentra en el Museo Nacional de Historia.
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El 23 de agosto se difundió por redes sociales las imágenes de una grúa que desmontaba el Trono de su sitial en el MUNAE.
Dos días después, integrantes del CDPG y la diputada Petrona Mejía, presidenta de la comisión de Pueblos Indígenas del Congreso, ingresaron al MUNAE, a pesar de la resistencia de sus trabajadores. Verificaron el estado del Trono de Piedras Negras. Estaba desmontado, empacado de forma inadecuada en plásticos, mantas y cartón. Al lado, igual, estaba otra pieza insignia del Museo, el Dintel III de Piedras Negras, también en la lista de protección especial del Acuerdo 721-2003.
El embalaje de piezas arqueológicas, especialmente las que están en museos, es una disciplina técnica que combina física, conservación y diseño. Es importante que el empaque brinde siempre estabilidad a la pieza, que sea resistente a golpes, movimiento y vibraciones, y que cualquier objeto que la toque esté libre de ácidos y agentes que dañen su superficie.
Ahora se ha recurrido a la impresión 3D para crear empaques únicos y personalizados para piezas como las que movió el MUNAE. El plástico tipo film, el cartón y las mantas comunes de polyester no son los materiales idóneos para empacar estas obras que han sobrevivido por más de 1,000 años. ¿Son estos materiales los que ofrece el Met para trasladar las piezas? No hay información al respecto.
En un comunicado, el MCD cambió la versión de lo que había dicho antes en redes sociales. Dijo que las piezas irán al Met para su restauración y para crear nuevos soportes de exhibición para los bienes. Además, amenazó a quienes han criticado la decisión. «El equipo legal se encuentra realizando un análisis de las declaraciones infundadas emitidas a efecto de llevar a cabo las acciones legales que fueren procedentes en aras de que no queden impunes», afirmó.
Según el Ministerio, la restauración de las piezas terminará en octubre de 2022, apenas unos días antes de la inauguración de la exposición temporal del Met Vidas de los Dioses; Divinidad en el Arte Maya, que estará abierta hasta 2024.
Préstamos sí, pero bien hechos
Los préstamos entre museos es una práctica común. Facilitan que las historias que se pretenden narrar a través una exposición sean mucho más ricas e interesantes. Además acercan piezas a otros públicos con menos posibilidades de viajar a los lugares donde se encuentran resguardadas. El MUNAE le ha prestado varias piezas al Met desde hace mucho tiempo. Las más recientes fueron varias joyas prehispánica para la exhibición de 2018 Reinos Dorados; Lujo y Legado en la América Ancestral.
Sin embargo, existe un precedente preocupante.
En 2002 fue robada la pieza Máscara Ceremonial de Piedra del Museo Rubén Chevez Van Dorne, de La Democracia, Escuintla. Se recuperó poco después en una venta de jade de Antigua Guatemala. El Instituto de Antropología e Historia (IDAEH), que depende del MCD, decidió no devolver la pieza a Escuintla. Le cedió una réplica al Museo y guardó la original en el MUNAE. Esta pieza también se encuentra protegida por el Acuerdo Ministerial 721-2003.
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El Colectivo por la Defensa del Patrimonio denunció que se encuentra en la exhibición temporal Maya en el Museo de Prehistoria, Protohistoria y Arqueología Medieval (Mamuz) de Austria. Junto con la máscara hay más piezas.
Frente a la denuncia, el MCD reconoció que la Máscara Ceremonial de Piedra es una pieza protegida, pero que «las antiguas autoridades aprobaron el convenio que permitió la exportación de todas las piezas de ese listado», a través del Acuerdo Ministerial 1011-2019. Además, informó que 195 piezas acompañan la Máscara.
El Acuerdo Ministerial 1011-2019 no se encuentra disponible en la página web del MCD o en la del Diario de Centroamérica. El documento poco claro, ya que solo menciona que aprueba el contenido de las cláusulas en el convenio 96-2019 celebrado entre el MCD y el MAMUZ sobre las fechas de montaje, desmontaje, transporte, listado de piezas y otros asuntos administrativos, sin mencionar nada respecto a la pieza con protección especial.
¿Por qué no comunicaron esta exhibición como sí lo hicieron con la del Met? Incluso el director del MUNAE, Daniel Aquino, estuvo en Austria durante el montaje de la exposición, pero fue a través de las redes sociales del museo austriaco que se conoció que las piezas estaban allá.
El Met cuenta con varias piezas representativas del arte maya. Muchas provienen de Guatemala y llegaron por donaciones o compras a colecciones privadas. El reglamento de la Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación menciona que salvo algunas personas individuales o jurídicas, solo el Estado de Guatemala es propietario de los bienes culturales prehispánicos. Así, la mayoría de las colecciones privadas representan un expolio del patrimonio.
Una de las piezas que Guatemala cedió al Met en un «préstamo a largo plazo», desde 1970, es la Estela 5 de Piedras Negras, descubierta aproximadamente en 1895 por Teobert Maler. La mitad superior de esta pieza llegó a Estados Unidos de manera irregular al extinto Museo de Arte Primitivo de Nueva York. Luego fue absorbido por el Met, que reconoció a Guatemala como propietaria y pidió un permiso para cuidar la pieza a tiempo indefinido. La base aún se conserva en Piedras Negras.
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Este museo neoyorquino también tiene el dintel de La Pasadita, una gran piedra cuadrada de unos 90 centímetros por lado, tallada aproximadamente en el año 770 de nuestra era donde se representa el relevo entre dos gobernantes. Este se adquirió por cesión de Nelson Rockefeller, multimillonario y vicepresidente de EE.UU. en el periodo de Gerald Ford, y su colección familiar en 1979.
Llama la atención que aún en 2014, cuando los museos llevan años hablando de la ética y procedencia de sus colecciones, haciendo esfuerzos por reconocer propietarios o repatriando pieza de su colección, el Met enriqueció su colección de piezas mayas con el regalo de un vaso policromado con imágenes del dio de la lluvia Chaak en actitud de danza, que se encontraba en la colección privada de la restauradora y fotógrafa de objetos precolombinos, Bárbara Kerr.
¿Quién paga el viaje?
El ministro Aguilar mencionó que todos los costos de traslado de las piezas a Nueva York los cubrirá el Met y que Guatemala no pagará nada.
La logística para mover estos grandes y pesados monumentos de piedra es complejo. También son frágiles e irremplazables. Por eso el Met debió enviar una delegación para coordinar y supervisar que el traslado de las piezas cumpla con las necesidades, ya que corrió con todos los gastos, incluidas las pólizas de seguro que protegen cada obra, muy costosas, que fácilmente pueden alcanzar avalúos de más de un millón de dólares.
La ley guatemalteca estipula que cuando una pieza se mueve debe ser acompañada por un representante del MCD para supervisar el traslado, montaje y desmontaje ¿Quién fue en este caso? No hay información certera, pero se presume que fue el ministro Aguilar. De ser así, ¿sus gastos también fueron cubiertos por el Met? Tampoco lo sabemos porque el MCD no es transparente para informarlo.
Sobre el traslado, nadie sabe nada
El 1 de septiembre, la diputada Petrona Mejía, el diputado César Fión, autoridades ancestrales, periodistas e integrantes del CDPG visitaron de nuevo el MUNAE para verificar el estado y ubicación del Trono y el Dintel III de Piedras Negras.
Las piezas ya no estaban en el museo. Daniel Aquino, director del MUNAE, dijo que desconoce su paradero e itinerario porque ya habían sido entregadas para su viaje a Nueva York. Cuando la diputada le pidió la papelería sobre el itinerario afirmó que no la han reunido porque está en varias instituciones.
Aquino habló sobre la restauración de las obras. Afirmó que en Guatemala no hay profesionales capacitados, tecnología adecuada o un laboratorio para hacerlo, pero prometió que el MCD lo implementará.
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Si el motivo del viaje es el interés del Met por restaurar las piezas, el museo neoyorquino debió enviar personal y herramientas para hacerlo en Guatemala.
Los criterios de restauración han cambiado y evolucionado. Cuando estas piezas fueron encontradas, limpiadas y expuestas en el museo, la tecnología y los criterios no eran tan rigurosos como son ahora. De hecho, les agregaron materiales incompatibles para su conservación, como concreto y varillas de hierro.
La restauración es necesaria, aunque no urgente, porque las piezas se encuentran estables y podían permanecer sin modificación hasta lograr la tecnología o capacidad que el MCD asegura que no existe en el país. De cualquier manera, debe hacerse con trasparencia, porque son bienes de toda la población guatemalteca.
Un pueblo excluido
El manejo opaco de las piezas arqueológicas es especialmente ofensivo para el pueblo maya, autor de las obras, heredero de esa cultura viva. Las piezas son prehispánicas, pero los mayas son actuales y han transcurrido y resistido en el tiempo.
Muchas veces se habla del patrimonio mesoamericano como un pasado magnífico, mencionando que las ciudades cayeron ante los avances de los españoles y asumiendo que fue el fin de esta civilización. Esta es una narrativa racista que niega los procesos de migración, subordinación y genocidio del que han sido víctimas los pueblos mayas desde 1524. También es una forma de negar su resistencia.
Según el censo de 2002, se calcula que más del 40 % de la población guatemalteca es indígena. Un buen manejo del patrimonio nacional implica integrar a personas mayas a todas las sesiones de trabajo, consultar los convenios y respetar integralmente la historia que particularmente les representa.
Los mayas actuales tienen la posibilidad de crear un hilo histórico desde los reyes que se sentaron en el Trono de Piedras Negras, o quizás, con la reina Seis Cielo de la estela de El Naranjo hasta la actualidad, pero las políticas y la profunda discriminación institucional y desinterés estatal rompe estos diálogos y fuentes de estudio.
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La política actual de las autoridades responsables del Patrimonio cultural parece ser la de un catálogo internacional de figurillas o grandes piezas para su admiración como objetos inertes e interesantes, sin valorar su carga espiritual, histórica y documental.
El Met nunca prestaría a Guatemala uno de sus cuadros del barroco flamenco o algunas de sus múltiples pinturas de Vincent Van Gogh que lucen en su catálogo, porque saben la importancia multidisciplinaria y económica, que ostentan.
Las piezas mayas no están debajo de estos artistas y su valor es, insisto, inigualable e irremplazable
Una preocupación más: el Munag
En febrero el presidente Giammattei visitó el Palacio de los Capitanes Generales en Antigua Guatemala. Anunció que como parte de la celebración del Bicentenario de Independencia se abrirá en ese lugar el nuevo Museo Nacional del Arte de Guatemala (Munag), que tendrá 37 salas con obras artísticas desde el preclásico maya hasta la actualidad.
Se anunció que el 8 de septiembre se abrirá la primera fase compuesta por seis salas. Aún no se sabe qué piezas integrarán esta colección. Mientras, el MUNAE se encuentra en estado lamentable. Muchas vitrinas, divisiones y piezas están cubiertas con plástico como protección frente a las goteras del techo que aparecen cada temporada de lluvia.
¿Qué podemos esperar? ¿Qué confianza podemos tener en las autoridades que son incapaces de compartir la información de forma oportuna, puntual y plural? En otros países abrir un nuevo museo es causa de celebración e interés. En Guatemala es motivo de sospechas y preocupaciones. Es una lástima.
La esperanza de bien
Esperamos que las piezas que viajaron al Met vuelvan con bien y restauradas. Esperamos que, tal como se ha informado, el Estado no haya gastado un centavo en ello. Es urgente que el Ministerio se haga cargo de sus acciones y declaraciones, que dé un giro a su forma de trabajo, porque el patrimonio cultural no es un ardid publicitario. En esas piezas está la historia, el arte, la herencia que nos pertenece y representa.
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Queremos visitar el MUNAE y que haya información e inspiración en su colección. Queremos que cada pieza sea valorada por las autoridades encargadas de su cuidado y por los visitantes que se educan a través de ellas.
Esperamos que la conversación del patrimonio tangible e intangible de la nación sea por su constante conservación y apreciación, no por la instrumentalización de los bienes culturales como souvenirs para atraer turismo a través de mecanismos opacos.
Las acciones de las autoridades del MCD y del MUNAE deben esclarecerse y, de ser necesario, asumir las consecuencias. Pero lo más importante es que estas piezas irremplazables se depositen de nuevo en sus sitiales en Guatemala, para que su admiración no sea solo a través de las fotografías, el único registro que ahora nos queda.
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