Adalides de la advertencia fueron la señora fiscal Thelma Aldana y la directora de la Fundación Myrna Mack, señora Helen Mack. Ellas lanzaron el aviso antes de la ventolera que se desatara en relación con los últimos hechos que han conmocionado al país. Entre otros, la captura de 12 personas por presuntas estafas en el malogrado Banco de Comercio, los cateos y las detenciones por supuesto lavado de dinero en el Banco de los Trabajadores (Bantrab) y el deceso, en medio de confusas circunstancias, del exministro de Finanzas del gobierno del Partido Patriota, Pável Centeno.
Aduzco el último hecho porque más tardó en conocerse que muchas opiniones sin fundamento circularan en las redes sociales. La señora fiscal ha sido clara: el caso está en proceso de investigación.
Es el momento preciso de llamar a la unidad de la población. No debemos dejarnos sorprender por el cúmulo de desinformación que emana de aquellos que ya no se saben inmunes. Lo fueron por muchos años, mas la justicia comenzó a hacer presencia y debemos apoyar ese proceso con mucho juicio y discernimiento.
Don Pedro Casaldáliga, citando fragmentos de una carta del obispo Antonio de Valdivieso (1544) en el prólogo de un documento llamado Antonio de Valdivieso, un obispo dominico en la Nicaragua del siglo XVI, protomártir de América (Dossier Cidal, Managua, mayo de 2000), dice de quienes tenemos montados en los poderes del Estado y muchas veces en nuestras espaldas desde hace 500 años: «Se saben inmunes. Los ricos y los poderosos en pocas penas se ven caer, porque pocas cosas veo ejecutar ni guardar contra ellos. Y se vuelven, ayer como hoy, contra aquellos que incomodan su iniquidad y su impunidad. Todos ellos, muy cristianos […] alimentan el mismo odio cuando se sienten vulnerados en sus intereses, de antes y ahora, usufructuarios de títulos reales concedidos por el imperio español o de etiquetas democráticas…».
Cuánta razón tenían el obispo Valdivieso en el siglo XVI y don Pedro Casaldáliga en el XX. Desafortunadamente, nuestra historia ha sido borrada (y nunca fue bien explicitada) en los planes y programas del Ministerio de Educación Pública. De esa suerte, incluso en mi generación, crecimos con mayúsculas distorsiones de muchas verdades de la historia patria. Distorsiones estas que aún llevan a celebrar en ciertas fechas a nefastos personajes, liberales o conservadores, cuyos descendientes siguen a la carga en contra de quienes los adulan.
Si se escudriña con la cabeza, no con el hígado, y a la luz de la rigurosidad científica, no pocos sustos tendrán quienes hoy por hoy defienden enceguecidos (y sin tener petate en donde caer muertos) a los responsables de los secuestros de los ríos (verbigracia, el río Cahabón), a los comprometidos en lavado de dinero, a quienes han estado detrás de la quiebra de ciertos bancos que llevaron a muchas personas a la miseria mediante la pérdida de los ahorros de toda su vida, a quienes están agotando y agostando la tierra a causa de la implantación de monocultivos como la palma africana y a otra caterva de personajes que harto daño han hecho a Guatemala. Mas la ignorancia de la historia es tan peligrosa como una pistola presta para dispararse en manos de un infante.
En orden a lo explicado, propongo que leamos más y que se disminuya el tono de insulto que se maneja en las redes sociales. De lograrlo, habremos dado un paso enorme para salir de la vorágine en que nos han metido aquellos a quienes les conviene que estemos en constante discordia. Es hora de observar, discernir, opinar sensatamente y tomar decisiones que nos favorezcan a todos. No por vivir cerca de una minera somos dueños de la mina. No permitamos que nos hagan sentir diferentes de nuestro prójimo (próximo) mediante pequeñas dádivas. No por una sonrisa hipócrita y un saludo poco sincero nos creamos ya integrantes de esa élite, a la cual ni conocemos y que nos hace batirnos en nombre de ellos mientras, como dije anteriormente, ni petate en que caer muertos tenemos. En pocas palabras, no nos convirtamos en muñecos de ventrílocuo.
Para comenzar a discernir, les comparto la primera estrofa de un soneto de don Pedro Casaldáliga con relación al ayer y al ahora de Nicaragua y de Centroamérica: «Llenos de unción y libertad tus labios, / repletas de oro y de terror sus arcas, / Pedrarias o Somoza los tetrarcas, / y tú y tu pueblo frente a sus agravios».
La unidad de nosotros, el pueblo pueblo, es vital para Guatemala.
Hasta la próxima semana si Dios nos sigue dando vida.
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