El tema central del campo pagado es la inclusión de los principios filosóficos de libre mercado en la discusión de temas medioambientales y de recursos naturales, con miras a la participación de Guatemala en la vigesimoprimera Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21). Sin que me lo pidiesen, dedico este artículo a discutir brevemente esas ideas que, dentro de la caja de resonancia de los libertarios que conforman RANA y de sus amigos, a veces les impiden expresar con claridad ideas con valor ante quienes conocen otras versiones igual de válidas.
Las negociaciones internacionales sobre el cambio climático que tendrán lugar en París la primera quincena de diciembre de 2015 son conocidas como COP21. Los resultados de esa conferencia tardarán muchos años antes de que cualquiera de nosotros pueda evaluar el impacto que emanará de los acuerdos, y dichas negociaciones serán un gran paso para romper con la antigua ruta de las políticas climáticas internacionales heredadas del Protocolo de Kioto. La COP21 comenzará con un nuevo enfoque, más prometedor y quizá más efectivo, pues se implementarán lecciones aprendidas y políticas más incluyentes y globales.
Pocas de las propuestas que se llevarán a la COP21 incluyen principios e ideas de las políticas económicas de la escuela del ambientalismo de libre mercado. Esta corriente de pensamiento se fundamenta en la aplicación de la teoría de la opción pública, así como de la praxeología y otras ramas del pensamiento clásico liberal, en temas ambientales. En conjunto, estas ideas buscan traer al mundo de las decisiones políticas ambientales los principios económicos basados en el individualismo metodológico, los incentivos económicos y los efectos económicos en el análisis de la toma de decisiones a corto, mediano y largo plazo de los Gobiernos, así como en la importancia de la búsqueda de la eficiencia y del respeto de los derechos individuales y en la aplicación de leyes económicas a la toma de decisiones políticas, entre otros principios económicos, para buscar resolver en consenso global los efectos que el cambio climático tiene en el planeta y que afectan la vida de los seres humanos.
Es innegable que el cambio climático existe, y es un hecho que el planeta Tierra se ha mantenido en constante cambio desde el día uno. Las ideas de ambientalismo de libre mercado no niegan el cambio climático. Sin embargo, sí cuestionan el impacto que el ser humano ha tenido en este respecto a si el calentamiento se ha acelerado por la acción humana o si ha tomado un rumbo distinto sobre el cual estamos en la capacidad de actuar o no.
El consenso actual global de la comunidad científica es que sí hay datos significativos que demuestran el efecto del ser humano en el cambio climático. Sin embargo, los ambientalistas de libre mercado se han dedicado a estudiar sus argumentos y han identificado que muchos de ellos y de sus datos son refutables, errados o cuestionables. Así, los ambientalistas de libre mercado proponen que, en lugar de tratar de detener la producción y generación de productos en la humanidad, debemos identificar acciones que permitan asegurar el crecimiento de las economías mediante la liberalización económica de los países y la toma de decisiones eficientes por parte de los Gobiernos.
[frasepzp1]
En pocas palabras, los ambientalistas de libre mercado proponen que las obligaciones adquiridas por países en temas ambientales de impacto global sean revisadas o eliminadas para identificar otras acciones que permitan el progreso humano sin limitar valores del libre mercado que, en opinión de esa escuela, son fundamentales para poder realizar el cálculo económico. En este punto es importante mencionar que la teoría del ambientalismo de libre mercado no se opone a la búsqueda de acciones para combatir la ineficiencia en la producción y las externalidades negativas que causan la producción y las industrias a través de la contaminación, ya que, al respecto, la escuela de la opción pública juega un rol muy importante en sus propuestas.
Con el Protocolo de Kioto, la distinción dicotómica entre los países desarrollados y los países en desarrollo impidió resolver los problemas actuales respecto al incremento de las emisiones, ya que en todo este siglo la mayoría de las emisiones provino no de los países desarrollados, sino de países en vías de desarrollo como China, India, Brasil, Corea del Sur, Sudáfrica, México e Indonesia. En París, los países probablemente adoptarán una nueva arquitectura de la política climática internacional al establecer un sistema híbrido que incluya acciones para implementar, en los países menos desarrollados, políticas de cumplimiento que ya existen en los países más desarrollados, además de obligaciones de arriba abajo para la supervisión, orientación y coordinación de políticas, con patrocinio y donaciones hacia los países menos desarrollados.
Estas nuevas obligaciones impactarán en la gran mayoría de las emisiones globales y permitirán tomar acciones para reducir y mejorar las condiciones de nuestras industrias y asegurar la sostenibilidad de la producción humana. Al respecto de estas obligaciones, los ambientalistas de libre mercado tienen muchas críticas, pues muchas de las obligaciones requieren de la prohibición de acciones industriales que limitan los derechos individuales, la protección de la propiedad privada y la generación de nuevos negocios. Además, muchas de las críticas de los ambientalistas de libre mercado contra las acciones de estas negociaciones es que se basan en la búsqueda de reducir emisiones al medio ambiente a pesar de las críticas que algunos científicos han expresado respecto a las proyecciones del cambio climático y del efecto del ser humano sobre este.
El éxito de la COP21 resultará en el establecimiento de un sistema global para financiar la adaptación y la mitigación del cambio climático, que requerirá implementar cientos de millones de dólares. Los ambientalistas de libre mercado proponen que estas inversiones para mitigar el cambio climático con la implementación de industrias más verdes tienen, en algunos contextos, efectos negativos que sobrepasan los positivos. Por ejemplo, en países menos desarrollados, la implementación de políticas de mitigación aumentará los costos de transacción, encarecerá la vida de las personas y tendrá como resultado final el empobrecimiento de los individuos en países que no están generando grandes cantidades de emisiones. Asimismo, muchas de las políticas de mitigación, explican los ambientalistas de libre mercado, tendrán como objetivo la inversión del dinero de los contribuyentes en actividades productivas que saldrán más caras en el corto, mediano y largo plazo y desincentivarán el surgimiento de respuestas de libre mercado que ofrecerían productos y servicios similares a menores costos. Un ejemplo claro es el desarrollo forzoso de industrias verdes de generación de energía que no serían rentables si el mercado fuese libre, lo cual crearía distorsiones de mercado con efectos a largo plazo.
Para Guatemala, los resultados de la COP21 tendrán muchos impactos sociales y económicos en los próximos años. Creo que la discusión seria de las propuestas del ambientalismo de libre mercado podría aportar muchas herramientas que nos servirían para establecer alianzas público-privadas que permitan finalmente detener la contaminación de nuestros ríos, la identificación de acciones privadas que permitan proteger los stocks de vida silvestre y de fauna que actualmente están en peligro de extinción, proteger los bienes y recursos naturales públicos de la amenaza de la corrupción y del poder de algunos empresarios inmorales, identificar alianzas inclusivas que permitan cumplir con obligaciones constitucionales sin violentar los derechos individuales y construir un futuro más sostenible para el país y sus ciudadanos. En temas ambientales no existen recetas sencillas para solucionar problemas heredados por siglos de desidia e ignorancia. Independientemente de lo que se acuerde en la COP21, es urgente que discutamos más sobre estos temas y que involucremos aun a los que no saben comunicar por culpa de la brevedad del espacio de un campo pagado o por la obstinación de algunos de sus comunicadores.
Más de este autor