Se contagia de forma indirecta por estar en contacto con la saliva de un infectado que tosió en su mano y luego tocó en el supermercado un artículo que no compró, de modo que la persona que lo compró puede contagiarse. Es por eso que, mientras menos personas tengamos alrededor, menor será la probabilidad de que nos contagiemos o de contagiar a alguien más. Por esta razón, el Gobierno ha impuesto medidas como restricciones de horarios para salir y cierre de los centros educativos, de los centros comerciales, de los restaurantes, etcétera, entre otras.
Estas medidas afectan la economía del país y de las personas que vivimos en él. El impacto, seguro, será muy fuerte. La pregunta que nos hicimos es, entonces, cuándo es prudente quitar las medidas de mitigación.
Es importante saber que, cuando se habla de cuándo, aquí es comparado con otra fecha. El momento importante es aquel en el que alcanzamos el pico de infección: ¿cuándo hemos llegado al máximo de infectados activos? (al número de casos reportados le restamos la cantidad de fallecidos y de recuperados). Este es el famoso pico de infección. Nos interesa el pico porque es en ese instante cuando los contagios empiezan a disminuir y sabemos que lo peor ha pasado.
El número de infectados crece como si estuviéramos tratando de levantar el brazo y alguien estuviera tratando de impedirnos subirlo. Y las medidas de mitigación son esa fuerza con la que nos bajan el brazo. Al inicio, el brazo sigue subiendo porque llevamos ya cierto ímpetu hacia arriba, pero luego este empieza a bajar.
Así como nos tardamos más en alcanzar la altura máxima del brazo cuando luchamos contra una fuerza que lo empuja hacia abajo, el pico es más tardado en alcanzarse con las medidas de mitigación, como se ve en esta gráfica:
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¿Qué pasa entonces con la cantidad de infectados si las medidas de mitigación se levantan antes del pico, en el pico y después del pico?
¿Qué sucede si quitamos las medidas antes del pico? Con o sin medidas de mitigación, antes de este el número de infectados activos está aumentando y dicho aumento lleva bastante ímpetu. Aquí, si alguien nos quita la fuerza que nos empuja el brazo hacia abajo, el brazo subirá, y con más rapidez y violencia que antes.
¿Qué sucede si quitamos las medidas en el pico? En este hemos llegado al máximo. Ello quiere decir que la tasa de crecimiento del número de casos es cero. Entonces, si llegamos al punto máximo en el que podemos subir el brazo y nos reducen la fuerza que lo baja, el brazo podrá subir un poco más y lo hará más violentamente dependiendo de qué tanto y cómo disminuye la fuerza. Al dejar de empujar el brazo hacia abajo por completo, este subiría muy rápido y muy alto. Para el número de infectados, esto es catastrófico.
¿Qué sucede si quitamos las medidas después del pico? Después de este, el número de infectados ya está bajando. En nuestra analogía del brazo bajando, al reducir la fuerza que lo baja, quitar en este punto las medidas de mitigación hace que este suba un poco (aunque también dependerá de cuánto se reduzca la fuerza y de cuánto haya bajado). En el caso de las mitigaciones, al bajar la cantidad de infectados activos, los números de recuperados y, lamentablemente, de muertes habrán subido, pero esto deja a menos población susceptible de ser contagiada. Así, el impacto de quitar las mitigaciones es menor. Esto es lo que sucede con el número de infectados, tal y como se ve en las dos gráficas siguientes.
En fin, quitar las medidas de mitigación no debe ser una decisión tomada a la ligera. Hay que tener mucho cuidado en cuál es el momento adecuado para hacerlo. Conocer un estimado del pico nos ayuda a estimar cuánto tiempo durará la pandemia y a planificar de mejor manera la reactivación económica, la reanudación de las clases y la vuelta a las calles, ya que así podemos estimar mejor el impacto que tendrá: un impacto que no es solo económico, sino también social. Para estimar el pico de mejor manera es necesario tener más y mejores datos. Sí, con ciencia es como se vence esta crisis.
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