Por circunstancias del destino, hace 17 años tuve la oportunidad de conocer personalmente a Fidel Castro, un personaje que, nos guste o no, marcó la historia de la humanidad en cuanto a geopolítica. El régimen de Castro ha sido de particular interés, y he procurado estudiarlo constantemente a través tanto de datos y monografías como de experiencias personales, incluyendo varios viajes con el objetivo de aprender, investigar y explorar.
Curiosamente, existen algunas similitudes y diferencias entre Cuba y Guatemala que hoy presento como ejercicio de reflexión con el objetivo de detonar más preguntas que respuestas.
Cuba y Guatemala se encuentran en una posición geográfica que comercial y políticamente es geoestratégica. Ambos países comparten una historia común de colonización española, aunque en Cuba la población indígena era casi inexistente. El idioma oficial en ambos países es el español.
En cuanto a recursos productivos, Cuba posee una extensión de tierra de 110 860 kilómetros cuadrados y Guatemala de 108 899. En Cuba viven 11 millones de personas y en Guatemala 15. En Cuba, el crecimiento poblacional anual es de 0.2 % y en Guatemala de 2.1 %. Unos 45 000 cubanos emigran anualmente a Estados Unidos con el incentivo de la política Pies Secos, Pies Mojados, que, en corto, otorga beneficios y facilidades para obtener la ciudadanía estadounidense sin muchas barreras[1] a cubanos y cubanas que emigran. Cada año, sin incentivos formales y más bien con todo en su contra, miles de guatemaltecos emigran también a Estados Unidos con el riesgo de ser aprehendidos y deportados al no ser bienvenidos por el régimen de aquel país. Solo en 2014 fueron deportados 51 000 guatemaltecos. Las aprehensiones de extranjeros por actos criminales se incrementaron, según los datos disponibles, entre 2012 y 2014, con una mayor cantidad de inmigrantes guatemaltecos que de cubanos.
Según datos de la oficina de migración estadounidense (Homeland Security), las aprehensiones en Estados Unidos de migrantes provenientes de Cuba y de Guatemala fueron:
En la tabla de abajo presento una comparación de datos provenientes de la organización Human Progress, que a su vez recoge información de diferentes fuentes, como el Banco Mundial y la FAO, entre otros organismos.
Sin ponderar desigualdades en cuanto a pertenencia étnica o género agrego que, para el año 2015, la esperanza de vida promedio en Cuba era de 79.5 años. En Guatemala, de 72.
El promedio de escolaridad en Cuba es de 10.2 años. En Guatemala, de 4.6. Cuba se encuentra en el puesto 59 de 187 países en el índice de desarrollo humano, que considera la salud, la educación y los ingresos de las personas. Guatemala, en cambio, en el 133.
Cuba es el único país latinoamericano libre de desnutrición infantil. Guatemala ocupa el primer lugar.
Sin embargo, Guatemala está en el puesto 82 de 179 en cuanto a libertad económica y Cuba en el antepenúltimo. Cuba restringe libertades individuales, incluyendo la de emigrar a otro país. En Guatemala se impone estado de sitio selectivo, aunque en algunas áreas se da de facto por la violencia, que restringe la movilidad y la libertad de la ciudadanía.
En Guatemala, cada quien puede hacer con su dinero lo que le plazca, incluyendo invertir en árboles llenos de diamantes o promover pollo frito con luces de colores en el cielo, mientras muchas familias mueren literalmente de hambre. Los impuestos directos (a las utilidades, a la propiedad, a las herencias y al patrimonio) son de los más bajos del mundo.
En Cuba no hay luces de colores ni árboles navideños ni centros comerciales de lujo, pero tampoco hay grupos que mueren de hambre, de desnutrición o por balas perdidas.
Para algunos cubanos, la revolución significó perder riqueza, privilegios y prerrogativas que les otorgaba el poder económico y político. Para otro grupo, el que mantiene el poder político desde la revolución, significó obtenerlas y consolidarlas institucionalmente. Para el resto de cubanos, y en especial para algunos grupos humanos específicos, las consecuencias de la revolución a pesar o a propósito de la dictadura significaron una pérdida de libertades políticas y económicas individuales, aunque también alguna mejoría en otros aspectos de vida (indicadores de desarrollo social y humano), comparados con lo que les podía esperar si el statu quo del régimen de Batista se hubiera mantenido. Hablo de los grupos más marginados.
Durante la dictadura de Batista, el bienestar material era para algunos y la pobreza para la mayoría. Y, aunque con indicadores sociales relativamente altos, las desigualdades escondían las realidades. El subdesarrollo, al final, era para todos. El bloqueo de Estados Unidos a Cuba no ha permitido que el Estado cubano obtenga divisas para comerciar con otros países. Limita la capacidad de comercio internacional y la producción e industrialización local. A pesar de ello, Cuba no ha claudicado gracias a los ideales que motivaron la revolución que Fidel Castro lideró hace ya 57 años.
Cada quien tiene argumentos y convicciones personales sobre el régimen cubano. Dejando por un lado juicios de valor absolutistas o binarios, vale la pena evaluar las realidades, los datos, quiénes se benefician al final y quiénes se perjudican de ambas realidades, en Guatemala y en Cuba. Limitar por decreto libertades individuales (no salir del país o no poder emprender un proyecto de vida personal) conlleva un alto costo para el individuo. La libertad de emprender y competir, sin embargo, también es vulnerable, sobre todo en un país como Guatemala, cuya economía está dominada por el poder concentrado y cuya democracia secuestra el poder político.
Hoy, ponderando los resultados de un proceso histórico divergente entre Guatemala y Cuba, cabe preguntarse si tanta masacre que se realizó durante el conflicto armado interno en nombre de la democracia, del anticomunismo, de la libertad y de prevenir que Guatemala se convirtiera en otra Cuba valió la pena al final. Más aún, si valió la pena esa paz que no ha podido abordar los problemas de fondo. También hasta dónde valieron la pena la represión individual y la persecución política del régimen revolucionario de Fidel Castro. La respuesta depende mucho del peldaño en la escala socioeconómica en que se encuentre quien la responda y se correlaciona con la cantidad de recursos y de poder concentrados como consecuencia de la historia reciente. ¿Cuál es su respuesta?
***
[1] La Ley de Ajuste Cubano, de 1966, establece que, en términos generales, los cubanos que logran llegar a suelo estadounidense pueden quedarse y luego de un año solicitar la residencia permanente.
Más de este autor