El 25 de junio de 1944 María Chinchilla, una maestra de 39 años de edad, fue asesinada de un tiro en la cara. Participaba en una protesta contra Jorge Ubico, dictador por 14 años, quien mandó policías y soldados a reprimir violentamente lo que era una manifestación pacífica.
Las muertes de ese día terminaron de precipitar la dimisión de Ubico, menos de una semana después, el uno de julio. Y el seis del mismo mes, el magisterio reunido declaró el 25 de junio como Día del Maestro, conmemoración de la muerte de Chinchilla que persiste hasta nuestros días.
Al fin, el 20 de octubre de 1944, llegó a fruición el movimiento de estudiantes, soldados y obreros que ahora conocemos como la Revolución de Octubre. Esta nos daría los gobiernos democráticos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz.
Sin embargo, apenas diez años después, la misma élite que engendró a Ubico conspiró con oficiales del Ejército, la jerarquía de la Iglesia Católica e intereses de los EE. UU. Juntos acabaron con la democracia que apenas arrancaba, mediante un golpe de Estado contra Árbenz. Así detonaron un nuevo ciclo de confrontación violenta que duraría hasta 1985. Debieron pasar 36 años para recuperar, al menos en germen, el sentido de justicia por el que había muerto Chinchilla.
A pesar de ello, solapadamente desde 2015 y con insolente alevosía desde 2018, un nuevo pacto entre los herederos de esos conspiradores —empresarios de élite corruptores, políticos corruptos, jueces y magistrados prevaricadores y narcomilitares violentos— una vez más insisten en construir una Guatemala atroz, que cuando no mata maestras persigue periodistas. Se resisten a aprender democracia.
Dentro de cuatro días los guatemaltecos tendremos elecciones generales. Es precisamente 25 de junio, día de la maestra, del maestro, casi ocho décadas desde que murió Chinchilla, una profesora de escuela cuyo afán era vivir con dignidad.
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Hoy la cooptación de los sistemas electoral y judicial ya asegura que el voto no será libre: miles de votantes no podrán elegir a sus candidatos preferidos. Estos fueron excluidos arbitrariamente por las mismas autoridades que tendrían que haber garantizado la igualdad de oportunidades políticas para todos.
Mientras tanto, compiten con ventaja tramposa los apoderados de aquellas élites que acabaron con nuestra democracia en 1954 y que vuelven a socavarla a partir de 2015. Corren candidatos que no pueden imaginar un Ejército digno y que protegen a criminales impunes. Y desde el Ministerio Público sus más rastreros sirvientes persiguen a todo aquel que los denuncia.
Con todo, no por ello dejará este 25 de junio de ser el Día del Maestro, un día para enseñar y para aprender.
Las elecciones no resolverán el problema, así como la salida de Ubico no acabó con la dictadura hace ocho décadas. En 1944 debieron pasar otros 111 días tras la muerte de Chinchilla para quitar definitivamente el yugo de Ubico y concretar la Revolución de Octubre. La dimisión del tirano el uno de junio había enseñado que siempre se puede cambiar el curso de la historia, pero la persistencia de la tiranía enseñó que no basta con quitar a un tirano. Hay que hacer más, así tome 111 días, 40 años u 80. Y siempre el pueblo debe actuar junto.
Este 25 de junio tiene el mismo matiz pedagógico. Las elecciones nos exigen tomar en serio la última lección de María Chinchilla. Porque así como insisten en sus tropelías los herederos de Ubico, de los militares genocidas y de sus cómplices, también hay en las papeletas electorales organizaciones y gente digna —¡hasta un hijo de Arévalo!— que se rehúsan a ceder el espacio electoral, a abandonar la plaza y la democracia.
No importa el resultado de las elecciones, este 25 de junio no puede ser fruto de la costumbre. Debe ser un parteaguas, debe dar un giro a la historia. Quien vota y quien decide no votar, por igual deben tener razones muy fuertes para actuar y entender que aquí no termina su responsabilidad, sino que apenas comienza. El 25 de junio no puede ser una fecha más. Es el día del maestro, un día para recordar las razones por las que murió Chinchilla y las razones por las que sigue viva. Es un día para comenzar a recuperar dignidad.
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