En menos de una semana ya firmó una orden para negar fondos federales a las ciudades santuario, es decir, aquellas que se nieguen a proporcionar a las autoridades federales información sobre el estatus migratorio de las personas que detienen. También firmó un decreto para reforzar el control migratorio, que destina los fondos para continuar la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos.
Quizá me resultan más incómodas las intervenciones del presidente de Guatemala cuando manifiesta su optimismo por las oportunidades económicas que puede generar la nueva administración del Gobierno de Estados Unidos para los migrantes guatemaltecos: quiere tener fe en que la generación de empleo los beneficie porque habrá más oportunidades.
Es evidente que el presidente Morales no tiene idea de lo que está pasando.
¿Hasta cuándo los guatemaltecos considerarán a Estados Unidos el sueño americano? ¿O hasta cuándo, al menos, se verá como el lugar de las posibilidades?
Es tiempo de tener dignidad, de que las acciones de Trump nos hagan reaccionar. ¡Que Trump construya su muro, y a nosotros que nos sirva para vernos, reconocernos, valorarnos, recuperarnos, replantearnos regionalmente!
Que el muro sea nuestra inspiración, que fomente nuestra creatividad y nuestra recomposición, que sea la oportunidad para reconocer que es tiempo de replantear nuestra economía, nuestras relaciones con el Sur o con otros países, asiáticos, africanos o europeos.
Es tiempo de reconciliarnos como sociedad, de plantear acciones contextualizadas a nuestras realidades. Es tiempo de resolver esos grandes problemas estructurales por los que los guatemaltecos se ven obligados a migrar.
Es necesario invertir en Guatemala, en su población, en su educación, en una educación que fomente la creatividad, la seguridad en uno mismo, la capacidad de ser crítico y propositivo. Es necesario destinar recursos a la salud y a la prevención de las enfermedades. Es tiempo de invertir en la generación de empleos, pero empleos dignos, no esos que alineen o conviertan en autómatas a las personas, como las maquilas o los call centers, que pueden dar respuesta inmediata a una alta demanda laboral, pero no pueden ser la solución en el largo plazo. No pueden ser nuestra máxima aspiración. Hay que fomentar las ciencias, el arte, la conservación de los recursos naturales, el agua. Esto seguramente nos hará más sensibles, más conscientes, ¡más humanos!
¿Qué hacemos en Guatemala para no continuar generando pobreza, desigualdad, violencia? ¿No será que es tiempo de replantear la producción económica? ¿De cambiar las relaciones de poder? ¿Tiempo de que políticos, empresarios, académicos y la sociedad en su conjunto se articulen y replanteen su economía y sus modos de vida?
Guatemala produce una diversidad de productos como hortalizas, frutas, árboles, flores, miel, arte. Tiene paisajes naturales y diversidad biológica, de culturas, de ecosistemas, que puede fomentar el turismo, valorar nuestra historia prehispánica para que aprendamos de ella, darla a conocer.
¿Cómo es posible que en Guatemala prevalezcan la desnutrición, la pobreza y la falta de empleo?
Es tiempo de plantear acciones sostenibles para que las guatemaltecas y los guatemaltecos dejen de ver en la migración una solución a sus problemas económicos y a sus necesidades básicas.
Patrick Kennedy, subsecretario de Estado de Estados Unidos; Michele Bond, secretaria adjunta de Estado para Asuntos Consulares; Joyce Anne Barr, secretaria adjunta de Estado para la Administración; y Gentry Smith, director de la Oficina de Misiones Extranjeras, todos ellos diplomáticos de carrera y parte del equipo de Trump, renunciaron el jueves 27 de enero. La semana pasada se retiraron otros dos diplomáticos. Y al parecer hay una lista de diplomáticos que se niegan a continuar en el gobierno de Trump.
¿Será posible que tengamos dignidad, que nos repensemos como país y como región y que nos deje de importar el muro?
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